Opositar a los 40: “No me quiero perder la crianza de mis hijos”

Un profesor da una clase para opositores en la Academia Postal 3, en Vigo.
photo_camera Un profesor da una clase para opositores en la Academia Postal 3, en Vigo.
Cada vez más vigueses buscan la estabilidad y la conciliación de un sector público ante los malos tragos de sus experiencias laborales: “Llegó un punto que me creó una depresión”

Cada vez más vigueses que superan los 40 años se suman al carro de conseguir una plaza pública de empleo en las diferentes administraciones. Las malas experiencias pasadas en la empresa privada, ya sea siendo empresario o trabajador, así como la necesidad de conseguir una conciliación familiar o estabilidad en el tramo final de su vida laboral son fundamentales para enfrascarse en el estudio de un temario y clases particulares que pueden llegar a costar más de tres años de preparación. 

Milagros González, de 40 años, lleva un año preparando el C1 de administración autonómica. Con dos niños a su cargo, uno de dos años y medio y otro de cuatro, tuvo claro que la conciliación familiar iba a ser innegociable, y que su anterior trabajo de integradora social no iba a cumplir con sus deseos pese a ser una labor vocacional. “No me quiero perder la crianza de mis hijos, y si seguía con ese trabajo no iba a estar presente en los festivales del colegio, ni poder llevarlos al colegio”. 

Una vez fue madre, llegó a un acuerdo con su marido para que ella cediese en sus quehaceres laborales y se centrase más en el cuidado familiar, algo compatible con preparar unas oposiciones: “Estudio por las mañanas y algunas noches que tengo energía, porque toda la casa recae en mí y eso es una carga mental”. Los imprevistos que surgen como llevar a los niños al médico y la organización para el estudio es lo que peor lleva de una aventura que no se arrepiente pero que ve como una carrera de fondo.

Olga (nombre falso para preservar su identidad) le movió otra motivación. O, en este caso, la incomodidad de llevar una empresa y todo lo que puede soportar el empresario cuando cuenta con más de 50 años. “Tengo una empresa de informática con mi marido, pero llegó un punto en que me saturó y caí en una depresión, porque no es lógico todo lo que hay que hacer para obtener un beneficio”, señaló. 

Oposita desde hace 4 meses para auxiliar administrativo, después de desligarse ligeramente de su empresa tras multitud de vaivenes con proveedores y empleados: “Con la pública no tengo que estar controlando, voy a mi puesto de trabajo, lo hago lo mejor posible, cobro un sueldo y no me peleo con nadie”. Una ventaja que valora la mayoría de opositores, la simplicidad laboral, aunque para llegar a ello toca sufrir mucho: “Después de tanto tiempo me es casi imposible concentrarme". 

Vanesa (otro nombre ficticio para preservar su identidad) se quedó en paro a los 54 años tras trabajar en el departamento de marketing de grandes multinacionales en Madrid. Tuvo claro que la edad le penaliza para encontrar actualmente un hueco en el sector privado y decidió opositar porque “estaba preocupada por mi futuro, pero tengo algunos ahorros que hace que tenga posibilidad de centrarme en estudiar”. Sin cargas familiares, lleva 3 años preparando un C1 de administrativo, una travesía que “no esperaba que fuese tan difícil”. La complejidad de un temario “demasiado literario” se suma a la obligación de dominar el idioma gallego, algo que Vanesa en un principio no contaba con ello: “No lo sabía y te dan puntos, pero me di cuenta que es básico para sacar una oposición aquí”.

"Es una tendencia que estamos viendo en los últimos 10 años"

Cristina Cid, gerente de la Academia Postal 3, asegura que la edad media para opositar cada vez es más alta, sobre todo en pruebas como el acceso a la administración pública autonómica. “Es una tendencia que estamos viendo en los últimos diez años”, señaló Cid, quien resalta que ”aproximadamente el 35% de alumnos que tenemos actualmente superan los 40 años". Un porcentaje elevado, fruto del desgaste que, en su mayoría mujeres, han sufrido dentro de diferentes empresas o buscan volver a reconectar con el ámbito laboral tras ser madres y dedicarle tiempo a sus hijos: “Después de verse liberadas de las cargas familiares, y ya con una edad, deciden encauzar su vida laboral siendo funcionarias. Es su mejor opción”. 

Si las oposiciones más físicas, como policía o bomberos, están reservadas para gente más joven y sin ataduras, los mayores de 40 quedan relegados a “una opción cercana a su hogar, aunque cada vez vemos que hay más personas que se apuntan a las de ámbito estatal”. Esas prácticamente obligarían al opositor a desplazarse a Madrid, algo que para la conciliación familiar no es la mejor opción. 

“Viene mucha gente quemada del mercado laboral, que sufrieron EREs o ERTEs y consideran que su única opción es conseguir una plaza pública, donde sus derechos están garantizados y además exista una posibilidad de promoción”, apuntó Cid, que asegura no haber diferencias entre jóvenes y no tan jóvenes en cuanto a las técnicas de estudio y que volver a desempolvar los libros tras tanto tiempo “es una barrera mental, pero se suple con el deseo de optar a una oposición que cumpla sus metas”.

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