Opinión

Hasta el culo

Aunque la gravedad de la situación no deja lugar para risas, la noticia de que China ha empezado a realizar test anales para detectar el virus que causa la covid-19 no ha dejado a nadie indiferente, además de dar lugar a chascarrillos y bromas casi a la altura de las que protagoniza Fernando Simón, que ya es decir. De hecho, se comenta que pudiera ser que Simón haya afirmado que no debemos preocuparnos, que esta prueba no es para la población en general, sino para utilizarla en hospitales en situaciones muy específicas y poblaciones en cuarentena. Entiendo que esto será suficiente para tranquilizar a cualquiera.

Según señalan los expertos esta técnica podría utilizarse para confirmar el resultado en enfermos sintomáticos con PCR nasal negativa, o pacientes que no toleran en modo alguno la prueba nasofaríngea y que ¿prefieran este otro sistema más expeditivo?  Yo tengo mis dudas, pero lo que sí es cierto es que todos estamos saturados y asqueados de la pandemia en general y de las ocurrencias científicas chinas en particular. Es curioso que las partes del cuerpo protagonistas en dos de las expresiones más comunes para expresar hartazgo –estar hasta las narices o hasta el culo- sean precisamente el lugar físico indicado para la toma de muestras PCR.

Sin mencionar la otra frase popular -más grotesca- que refiriéndose a las partes pudendas masculinas gradúa el hastío en su grado máximo, lo cierto es que si pensábamos que la situación no podría ir a peor, la realidad se impone en dicho sentido. Más infectados, incremento insostenible de la presión asistencial y más muertes en todo el mundo, con el agravante añadido de la polémica de la producción y distribución insuficiente de las vacunas por parte de las compañías, que podrían estar incurriendo en incumplimientos contractuales que retrasarían el proceso de vacunación que todavía está hoy en España en el 2,55 por ciento. Así las cosas, nos harán las PCR y lo que sea por donde sea, a menos que nos arriesguemos a estar más cerca de una RCP. Todo a pesar de estar hasta el culo en un abrumador porcentaje que, sin recurrir a base científica alguna, me atrevo a decir que ronda el 99,99 por cien.

Te puede interesar