Opinión

Que alguien ilumine este camino

El pasado martes fui testigo presencial de uno de esos momentos en los que se puede escuchar cosas que raramente se dicen o, al menos, no se asoman a lo que comúnmente entendemos como “opinión publicada”. Félix García de Pablos disertó sobre la escasa reversión que sobre el territorio donde se encuentran instaladas las explotaciones hidrográficas de los ríos gallegos y, en particular, los de Orense, realizan las concesionarias. Lo hizo en el Foro La Región, a quien felicito por exhumar asuntos como este, que permanecen sospechosamente ocultos en la mayoría de medios tradicionales, programas políticos y agendas institucionales repletas, por otra parte, de presiones ideológicas, lenguajes intrusivos y fantoches sectarios. Todo con tal de hacernos más besugos de lo que somos, empezando por el que suscribe.
Lo resumió muy bien. Como si Galicia jugase eternamente en una división de tercera, sin posibilidad de ascenso, asistimos mansamente a cómo ha volado el enésimo de sus recursos naturales. A precio de Wallapop, Gas Natural adquirió Unión Fenosa, de manera que, ya definitivamente, Galicia se quedaba sin compañía eléctrica propia. Cataluña mantenía su caja (Caixabank) y potenciaba con esta adquisición Gas Natural. El País Vasco hacía lo mismo con la Kutxa (Kutchabank) e Iberdrola, mientras que Galicia se quedaba sin caja y sin eléctrica y nuevamente cedía la explotación de sus recursos naturales a terceros, cuya intención de revertir sus beneficios sobre Galicia se antojaban más bien escasas.
Además, las concesiones que han explotado a los ríos gallegos y orensanos, han sobrepasado con creces el plazo de aprovechamiento legal con prórrogas y ampliaciones que las han llevado en la gran mayoría de casos a sobrepasar el siglo. En situaciones de normalidad, cuando se otorga una concesión de explotación de cualquier tipo, el concesionario debe presentar un proyecto en concurrencia competitiva que, lógicamente, acarrea una serie de inversiones que tiene que amortizar. Con este horizonte, se puede calcular a partir de qué año la explotación empieza a dar beneficios netos y, por consiguiente, su rentabilidad al cabo del plazo establecido. Si, transcurrido el plazo y por alguna maniobra encubierta se ampliase dicho plazo, los beneficios de las concesionarias se disparan, al tener totalmente amortizadas sus principales inversiones. Si además, no pagan ni el alumbrado del árbol de Navidad del Ayuntamiento, la cosa tiene bemoles.
La sala estaba medio llena y el debate fue entretenido, pero a pesar de que medio centenar de ayuntamientos orensanos están afectados por centrales hidroeléctricas, solo se había acercado el alcalde de Lobeira y un representante del de Leiro. El silencio campa por doquier, al igual que las presiones para que no se hable de este asunto. Las puertas giratorias giran y giran y entran y salen políticos que han legislado sobre la materia…
El caso es que el ponente ha finalizado con una nota de optimismo, anunciando que esta situación es claramente reversible en Derecho. Solo falta que la sociedad civil se movilice y se adjudique el protagonismo del que los políticos carecen.

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