Opinión

La multiplicación de los panes y peces

Tal como narra la liturgia del Evangelio de San Mateo y tal como hiciera Jesús con la multiplicación de los cinco panes de cebada y los dos peces con los que dio de comer a la multitud que le seguía, la burocracia tiende también a multiplicarse y expandirse. A lo que en esencia aspira un funcionario tornado en burócrata es que a su alrededor se ensanche la maraña administrativa que justifique el mantenimiento de su puesto de trabajo. No hay mayor satisfacción para un burócrata que hacer creer que su intermediación en las cuestiones civiles y administrativas es imprescindible. De ahí su tendencia a rodearse de una creciente cantidad de burócratas para que su tarea parezca todavía de mayor trascendencia. 

La lógica de la burocracia es la de mantener cautiva a la clientela por un supuesto servicio que dice prestar. La burocracia no surge para solucionar un problema, surge para mantenerlo. Si el problema desaparece, la burocracia desaparece. Por esa razón, los burócratas son los primeros interesados en generar y mantener problemas.
De esto es muy consciente ABANCA, por poner un ejemplo cercano y reciente. Los rectores universitarios en bloque y todos los partidos de la oposición han rechazado desde su inicio la creación de la primera Universidad Privada de Galicia (40ª de España) y que promueve la citada entidad financiera. Era de esperar. Los que históricamente han planificado y arbitrado qué educación universitaria reciben nuestros jóvenes, qué materias tienen que estudiar y qué profesores deben impartirlas se han levantado al unísono para obstaculizar la creación de la Universidad Intercontinental de la Empresa (UIE). Burócratas educativos que no han colocado a ninguna Universidad entra las primeras del mundo y que lejos de formar, deforman la educación de nuestros hijos con un sistema tremendamente ineficiente e inadaptado para competir en el actual mundo global.
Pero finalmente, y tan solo con los votos en solitario del PP, el proyecto educativo tiene luz verde de la Comisión Parlamentaria de Educación. Por fin, la oferta educativa se adapta a la demanda y no al contrario. La Universidad, lejos de ser una institución que imponga una formación intelectual planificada, debe aspirar a convertirse en una empresa como cualquier otra; generadora de bienes de capital. Un capital humano lo suficientemente preparado para producir en el mercado la mayor y mejor cantidad de bienes y servicios posibles, que permitan generar tejido productivo, mejorar la productividad de los trabajadores, lograr sueldos más elevados y mejorar su bienestar.

Ojalá volvamos a ver el milagro de los panes y los peces en forma de proliferación de cada vez un mayor número de centros adaptados a las necesidades y preferencias del consumidor, que proporcionen mayor libertad de elección y contribuyan a una mayor excelencia intelectual y técnica, con capacidad para competir en el entorno global.

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