Opinión

Impuestos bajo cero

Uno de los rasgos que han marcado nuestra historia es el cainismo, entendido como la historia de la permanente confrontación entre facciones del mismo pueblo. Pero aun más allá, hay ciertos personajes que son odiados por unos y por los otros, por hermanos y extraños. Trayendo tal reflexión al escenario político actual, el personaje al que se le pudiera aplicar aquello de: “Los padres son seguros, los hermanos disidentes y enemigos todos los demás parientes”, sería Isabel Ayuso.

El vuelo libre de Isabel siempre despertó recelos en Génova. Su creciente peso en la política nacional eclipsa fulminantemente a un casado que parece empequeñecer cuando coincide con la presidenta madrileña en cualquier acto público. Su último gesto, al proclamarse candidata a presidir el Partido Popular de Madrid, ha dejado fuera de juego a la sorprendida dirección nacional quienes no han podido balbucear otra cosa que “no es el momento de abrir ese melón”. 

Ayuso vuelve de vacaciones con fuerza, dispuesta a acometer nuevas batallas. Y las novedades no provienen solo de lo antedicho, sino por el golpe de efecto que ha provocado su anuncio de eliminar todos los impuestos de la Comunidad de Madrid, siendo la única región de España que alcanza este hito como política para liderar el empleo y la recuperación económica.

Los enemigos (en este caso los de fuera), se han apresurado a descalificar la propuesta y, a través de toda su artillería mediática han lanzado una despreciativa campaña en contra de la política liberal. El diario “Público”, probablemente el medio más sectario del panorama periodístico del país y siempre al servicio del dictamen de la agenda intervencionista, ha saltado de inmediato publicando titulares como: “Los tuiteros reaccionan ante el trampantojo de Ayuso con los impuestos” o “Esto es lo que se llama un charlatán de feria”. En su imaginario, pretendieron manipular a la opinión pública mofándose de las medidas anunciadas aduciendo que los impuestos (tragaperras y depósito de residuos), apenas recaudan el 0,02% del total. Todo ello, sin advertir que, en realidad, no se trata de eliminar solo dos o tres impuestos, ni de si estos impuestos son grandes o pequeños. Lo esencial, lo relevante, es que solo faltaban esos dos para que todos se hubieran eliminado, al contrario de lo que sucede, por ejemplo en Cataluña, donde persisten hasta quince.

Pensarán lo que quieran, pero lo de Madrid es un gesto, una muestra de intenciones de cómo seguir gestionando el ámbito público. En libertad, acompañando a las empresas y el progreso de los ciudadanos. 

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