Vi la luz cuando, recientemente, me regalaron mis primeros auriculares inalámbricos. Al fin iba a poder escuchar los audios que me incitarían al sueño o calmarían mis insomnios. Muy cómodos para escuchar, pero diabólicos para encontrarlos por la mañana. También resulta un problema que no se apaguen cuando te duermes, y sigan sonando, interrumpiendo así el correcto descanso. De ahí que pensara que sería estupendo que existiera un sensor que apagara el audio cuando, al fin, te vence el sueño. Pero ¿hay más cosas que deberían de existir o inventarse?
Sin duda: que los diputados y diputadas contesten a las preguntas sin haberlas preparado, sin plasma y sin vetos; algo que evite que el papel de aluminio o el film se líen a las primeras de cambio y haya que tirarlo casi sin estrenar; que la moral, el uso del cuerpo y el proyecto de vida dependa de la libertad individual y no del Estado; un cortaúñas que evite que las uñas salgan disparadas; que el que quiera empeñarse en el lenguaje “inclusivo” sepa que también existen corruptas, estafadoras, ladronas, agresoras, explotadoras, … ; algo para referirse a esas cosas rojas que venden en el súper y que algunos llaman tomates; que tal como se abre una tienda o un periódico digital, cualquiera pueda montar una televisión sin que nadie se la conceda a dedo; un chivato que indique cuando entra en reserva el bote de gel; que cualquier televisión estatal pueda cerrase, si así lo desean los ciudadanos; un manual en tiempo real que indique a cómo actuar con el adolescente con el que convives; políticos y funcionarios que sepan lo que es pagar las nóminas o seguros sociales a fin de mes; señales claras en las autopistas que indique la distancia a las gasolineras que se encuentran fuera de ellas; una evaluación periódica de los profesores y funcionarios por parte de alumnos y ciudadanos; laterales de asientos de coche en los que quepa la mano para coger las monedas que se cuelan; menor gasto, menor deuda, menos endeudamiento, menos fiscalidad; señales en las autopistas que indiquen claramente las distancias a las gasolineras que se encuentran fuera de ellas; una ley electoral de circunscripción única; algo urgentemente alternativo a las pegatinas de las manzanas; una justicia independiente; un envoltorio de caramelos silencioso; que se garantice el cobro de pensiones conforme a lo aportado durante la vida laboral, capitalizado; una respuesta concluyente al misterio de la desaparición de calcetines en la lavadora; un sistema educativo único, solo uno, que promueva los valores del esfuerzo, los idiomas, las humanidades y la formación económica; una pila para que genere electricidad limpia a los gimnasios y se recargue con los pedales de mi clase de spinning; un día mundial del capitalismo; un sistema que caldee el coche en vez de que te congeles mientras el aire del ventilador se calienta; ¿qué tal una democracia verdaderamente liberal?
