Opinión

El capitalismo es colesterol del bueno

Como todo en la vida, las cosas pueden ser buenas en determinadas circunstancias y, malas, para circunstancias diferentes. Quizá algo que ver con los conceptos del ying y el yang, que forman parte de la filosofía de la China antigua. En cada una de las fuerzas está presente su opuesta, aunque sea en potencia. Incluso en lo malo puede haber algo positivo y en lo bueno, encontraremos inefablemente algo malo. Como el colesterol, que puede ser del bueno o del malo.
Hemos sabido que las conclusiones de la encuesta que realizó el Edelman Trust Barometer en 28 países reflejan que el 56% de los ciudadanos sondeados piensan que el capitalismo “hace más mal que bien al mundo”. Este porcentaje se eleva al 69% en Francia y alcanza el 60% en el caso de los encuestados españoles. 
Parto de la premisa de que no existe otro sistema económico que haya sacado a más personas de la pobreza, ni que haya fomentado tanto el pensamiento productivo, la creación cultural, la solidaridad y las formas de ocio, que el capitalismo. Pero, siguiendo con la analogía de las primeras líneas ¿existen en el capitalismo formas que merezcan crítica? ¿Tiene ying o yang? ¿Son estas circunstancias tan malas como para que un 60% de la población piense que el capitalismo es pernicioso para los individuos? 
A las primeras preguntas, he de responder que sí, por descontado. El capitalismo no es perfecto, como nada lo es. Pero sus sombras son infinitamente menores que cualquier otro sistema. Y a la otra pregunta respondería que en absoluto. Algo falla para que el sistema que más prosperidad trae a la sociedad sea tan denostado por un porcentaje tan elevado de personas. 
Recientemente, hemos sabido que aquel quien bramaba contra las puertas giratorias y manifestaba “no tener ninguna simpatía por Iberdrola ni por ninguna multinacional eléctrica” cobrará 500.000 eurazos por incorporarse a la vicepresidencia de esta compañía. Esto es lo que realmente enoja. Enoja comprobar la promiscua relación entre la política y los negocios en España con el silencio comprado de los medios de comunicación. Indigna que muchas empresas del Ibex hayan crecido a la sombra del BOE. Exaspera ver como se salvan y subvencionan empresas quebradas mientras el Estado sablea a autónomos y pymes. A cualquier emprendedor le agria el ánimo comprobar que no puede crear riqueza si no pasa por el aro ruin de un burócrata avariento  o esperar que sea el dedo de un político y no el mercado quien decida quién puede o quien no puede operar en un mercado concreto.
Esto es lo que realmente está detrás del 60% que reniega del capitalismo. Es servidumbre, degeneración, detritus moral, intervencionismo y corrupción sistémica. La antítesis de la economía libre; lo contrario del capitalismo.

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