Opinión

Calienta que sales, Alberto

Feijóo ha dicho que sí. El tan ansiado anuncio se hizo realidad y será candidato a liderar el PP después del bochornoso espectáculo protagonizado por su anterior cúpula directiva. No hay nadie en el partido que haya hecho público su oposición a que el hoy presidente de la Xunta de Galicia sea el próximo sustituto de Casado. Hasta Isabel Ayuso le ha agradecido el paso dado, asegurando que Feijóo “es el único que puede guiar al PP hacia otra mayoría". El caso será comprobar si la pareja política de moda en España resulta tan bien avenida como se quiere trasladar. ¿Será capaz el gallego de aplacar el ímpetu de la aguerrida madrileña? ¿Cederán los forofos de Isabel al carácter templado y moderado de  Alberto?
Todo se andará pero, de momento, la cosa no parece que esté resuelta del todo en tanto que el nuevo secretario general no tome el mando y comience a mostrar sus intenciones organizativas y programáticas. Sin duda, su prudencia ha provocado que los organizadores del XX Congreso Nacional del partido hayan rechazado la inclusión en el mismo de una ponencia política, tal como lo había solicitado Cayetana Álvarez de Toledo. Toda una declaración de intenciones; a modiño.
Lo cierto es que habrá partido y Feijóo tendrá que jugarlo fuera de casa y con alguna grada en contra. Ya ha levantado ampollas, en unos, el hecho que desde el mismo PP se invite a  Egea y Casado a continuar en el proyecto popular y, en otros, que se empiece a vislumbrar la vuelta a una deriva marianista. 
Por esta razón, Feijóo deberá que salir al terreno de juego y mostrar sus credenciales. Habrá a quien no le baste su marca gallega, su habilidad para formar equipos y su gobierno sin estridencias. Madrid es la Champion y él tiene la capacidad, pero tendrá que definir los parámetros que utilizará para articular su propuesta de acción de gobierno. Su relación con Vox; la posición sobre la renovación del Consejo Superior del Poder Judicial; las propuestas en política exterior; la ley electoral y de partidos; las relaciones con Marruecos y el veto a la trata de seres humanos que implica la inmigración ilegal; la guerra cultural a la izquierda; la garantía de aprender en español en todas las regiones de España; la política impositiva; la reforma laboral; la relación con los nacionalismos; etc.
Estará obligado a enfrentarse a un entorno muy diferente al que está acostumbrado, fuertemente ideologizado, polarizado y agresivo, con los Ferreras, Ristos, Anas Pastor, Wyomings, Mámenes y Évoles, diariamente azuzados por sus cadenas para hacer campaña en su contra. Pero estará también obligado a definirse políticamente y trasladar un proyecto que ilusione tanto a votantes como a briosas compañeras. Que disfruten con salud de lo votado.

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