Opinión

615 Ortegas

Todos sabemos que el dinero es cobarde. En tiempos de incertidumbre, el dinero busca rápido refugio. Lo volvió a hacer cuando el mercado conoció la noticia del sorpresivo relevo en la presidencia de Inditex. El día en el que se conoció la noticia el gigante textil perdió casi 6.000 millones; un 6% de su capitalización bursátil. El mejor CEO del mundo y el directivo que en los últimos años había multiplicado por siete su valor, dejaba la presidencia de la compañía así que, en buena lógica, el mercado castigó este inesperado cambio. Cambio que, aunque significado, no llevaba aparejado ningún alteración estratégica, ni una nueva orientación del negocio, ni el desmantelamiento del equipo ejecutivo más cercano que escoltó a Isla en sus ambiciosos planes de expansión, modernización y digitalización de la corporación arteixán. Por esta razón, al día siguiente, pasado el susto, las acciones de la referencia mundial de la moda remontaban un 4,49%. 
La arena política, sin embargo continúa amotinada. Lo está porque existe un ecosistema de improductivos de carrera al que le resulta insoportable aceptar el dinamismo de un capitalismo que ha encumbrado a un empresario de origen humilde como Amancio Ortega a las lista de las personas más ricas del planeta, sin haber recibido la más mínima prebenda política. Y por ello, no desaprovecharán cualquier ocasión para mancillar a quienes, con su esfuerzo y capacidad, hacen de sus organizaciones algo extraordinario. 
El paradigma de la generación de riqueza y puestos de trabajo, que no es otro que Iñigo Errejón, ha saltado a la palestra para lanzarnos un conmovedor mensaje navideño: “La meritocracia son los padres”. Lo dice con relación al ascenso a la presidencia de Inditex de Marta Ortega. Según su señoría la reciente presidencia no deriva del merito, sino del designio paterno, de ser hija de quien es. Resulta francamente ridículo que quienes cohabitan en un ecosistema de enchufados, trepas y adictos a la sopa boba se atrevan a cuestionar el nombramiento de la nueva mujer fuerte del IBEX. Una colección de lumbreras que entre todos no suman ni un año de trabajo explicándole al mejor empresario del mundo cómo gestionar su empresa. La estupidez insiste siempre. Más les valdría abrir el melón de la meritocracia en la administración y en la política donde con lo que se juega es con dinero público. A ver quién gana. 
Silogismo que viene al caso: “350 diputados más 265 senadores suman 615 políticos. Amancio Ortega significa 174.000 empleos. 615 Amancios supondrían 107 millones de empleos”. Y son estos los que no quieren ni ver ni a Amancio, ni a Isla, ni a Marta. Quizá piensan que sin Inditex todos seríamos más ricos. Pobre gente, pobre de nosotros.

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