Opinión

Otra de espías

El Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, no es un conspiranoico sobre el origen del covid-19, pero tampoco lo deja de ser. Por eso ha encargado a sus servicios secretos, a todos, que investiguen cual es el origen del coronavirus, si se transmitió de un animal salvaje a los humanos, o si por el contrario, se escapó de un laboratorio de la ciudad china de Wuhan. 
La OMS ya certificó lo primero tras unas semanas de investigación en el gigante asiático, pero Biden no está convencido de sus conclusiones y por eso ha ordenado a sus espías que en 90 días aclaren el entuerto. No van a tener la tarea fácil y menos aún si su jefe pregona que va a enviarlos a que realicen trabajo de campo para que pongan en práctica todo lo que han aprendido en Virginia, o donde quiera que se entrenen, para conseguir soplos o confidencias que tendrán que pagar como es habitual: o pasta o sexo. Después, Amazon, que acaba de comprar la Metro Goldwin Mayer, rodará una película que acabará con un plano de la bandera de USA. 

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