Como suele decirse, el Fondo Monetario Internacional “es poco sospechoso” de ser un organismo que esté más pendiente de acabar con las desigualdades sociales que con mantener la ortodoxia económica y se le suele identificar con imponer políticas económicas draconianas. Sin embargo, la pandemia del covid-19 también le ha afectado de alguna manera y acaba de proponer a los países desarrollados, ¡oh, sorpresa!, que establezcan un nuevo impuesto que grave las ganancias de las fortunas más elevadas y de las grandes empresas que han prosperado todavía más durante la crisis provocada por la enfermedad. La propuesta del FMI es lo más parecido a una herejía por pedir incremento de la fiscalidad a los ricos para reducir la desigualdad y que también se actúe sobre los impuestos de patrimonio o sucesiones. La presidenta madrileña, la ultraliberal Isabel Díaz Ayuso, debe estar mesándose los cabellos, y debe estar pensando en cambiar su lema de campaña: “O los comunistas del FMI o la libertad”.
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