La realidad ha acabado imponiéndose a la ficción y Donald Trump ha decidido, después de fracasar su estrategia judicial sobre el fraude electoral, dar la bienvenida a su sucesor, Joe Biden. Palabras esperanzadoras las del futuro presidente estadounidense: “Estados Unidos está de vuelta y listo para liderar el mundo”. En principio esas palabras suenan mejor que las del “American first” de Trump y su repliegue de convenios internacionales, del frenazo a la proliferación nuclear, o a la globalización en el comercio. Pero la esperanza que provocan las palabras de Biden pueden convertirse en inquietud porque habrá que estudiar qué entiende por liderar el mundo y cuáles serán las líneas maestras que quiere aplicar, porque no es lo mismo hacerlo desde el multilateralismo que liderar por libre. A Biden le corresponde desmontar el lío que le deja su predecesor para ser creíble. No vaya a ocurrir que el desencanto se apodere de los ciudadanos de todo el mundo demasiado rápido.
