Opinión

Ventilar la casa

Si bien la suerte de Luis Rubiales estaba echada y su condición de presidente de una federación tan trascendente y apetitosa como la del fútbol no podía sostenerse en el escenario que se había ido dibujando tras el triste suceso de la final del Campeonato del Mundo femenino, los más curiosos nos preguntamos por qué ahora y no antes. O por qué ahora y no mañana, pasado o dentro del tiempo necesario para que se cerrara el círculo, esa corbata que le estaban apretando alrededor del cuello las diferentes instancias interesadas en acabar con el  presidente. El beso de Rubiales a Jenni Hermoso se ha llevado por delante un par de cosas. Sobre todo a Jorge Vilda, el selección que hizo campeonas a las futbolistas españolas, y ha respetado la figura de Luis De la Fuente que también representa la continuidad y que ahora, con el cambio en la más alta instancia federativa, no debería tenerlas consigo a pesar del 1-7 que le enchufó el equipo masculino a Georgia y más propiamente, a un buen portero como es el valencianista Mamardashvili. 

Rubiales no ha tenido gran interés en explicar las razones que le han convencido de que era el momento de presentar la renuncia y se ha limitado a expresarse con un enigmático “hay poderes fácticos que impedirían mi vuelta”, una de esas frases lapidarias en su hermetismo que quizá digan mucho o no digan nada, quieran decir pero no dicen a al revés, dicen demasiado cuando debían callarse.

El caso es que Rubiales ha resuelto tirar la toalla de un día para otro, dejando paso a un periodo en barbecho que debería servir para pasar la bayeta y airear la habitación que buena falta hace. Desde que tengo uso de razón y ya ha transcurrido el tiempo, y al contrario de lo que ocurre en muchos otros estamentos federativos, la Federación Española de Fútbol nunca ha transmitido la certeza de ser trigo limpio y muchos –quizá yo mismo- piensan que Rubiales, por ejemplo, ha protagonizado actuaciones de mayor gravedad que la que le ha costado finalmente el cargo. Puede ser sin duda, pero sobre todo y al compas de estas y otras consideraciones, lo que está claro es que ha dejado de ser presidente del fútbol nacional, momento excepcional para desarrollar un procedimiento ejemplar para ventilar la casa, depurar responsabilidades, elegir con respeto y honestidad y hacer de la Federación Española de Fútbol lo que debería ser y lleva mucho tiempo no siendo.

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