Opinión

La venganza se toma fría

Hay una copla gitana de un dramatismo emboscado que acogota, y en la que se adivinan vientos de desenlace trágico, cruz de navajas  y final por lo derecho. La tal copla dice, “me las tienes que pagar, voy a decirle a tu hombre dónde tienes el lunar”, una declaración de principios en clave de venganza que no admite controversia y que en tiempos no tan lejanos, significaría la inmediata presencia de la pareja de la Guardia Civil personada en el lugar de autos para proceder a la primera investigación de los hechos.

La venganza, -que es un plato que se sirve frío como escribió el exquisito Pierre Choderlos de Laclos en su obra “Las amistades peligrosas” de 1782- nunca ha faltado en la mesa de un personaje capaz de  hincarle el cuchillo a lo que sea menester con tal de mantenerse en el estatus que tanto trabajo le ha costado cimentar. Pablo Iglesias es el arquetipo de sujeto dispuesto a sacrificar hechos y personas en la consecución de sus fines, y así está manifestándose, amparado en el confortable anonimato que proporciona el confinamiento impuesto por el coronavirus. De humilde adjunto mal pagado y poco tenido en cuenta ha devenido en vicepresidente de un Gobierno, con sueldo millonario y residencia de lujo en la serranía madrileña. Su situación, -nacida de una respuesta iracunda exigida por los desheredados a la que supo sacar un excelente partido- ya no tiene retroceso e Iglesias  hará cualquier cosa por conservarla. Mentir, amenazar, manipular, engañar… Lo que haga falta.

Su última táctica, que es hija de un regusto a resentimiento y del afán de venganza sibilina, como la del gitano despechado y el lunar de su amante, consiste hoy escuchar ruido de sables en las filas de las Fuerzas de Seguridad del Estado y muy especialmente de la Guardia Civil, a quien acusa de amparo y simpatía por afanes golpistas. Lo hace vilipendiando el honor y la dignidad de un cuerpo que ha mostrado un comportamiento ejemplar durante lo más duro de la crisis. Y lo hace además, desde su condición de vicepresidente del Gobierno que es aún más procaz. En este delirio que propone calumniar a la Guardia Civil para ganar los votos que está perdiendo a chorros, le respaldan su compañera y ministra Montero, y su socio Garzón, también ministro.

Es el Gobierno que tenemos y que algún día habrá de enfrentarse a sus responsabilidades. Que son muchas y que exigirán explicaciones muy pormenorizadas y muy profundas.

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