Opinión

Tocando fondo

Los estudios de audiencia están sacando los colores al sistema que el Gobierno provisional ha preferido para controlar la televisión de todos. Nunca antes los informativos ofrecidos por RTVE habían obtenido unos resultados tan calamitosos, y seguramente tan desastrosos baremos –ocupa el tercer lugar en las preferencias de los españoles y ha perdido 300.000 espectadores en 2019- no son ajenos a una situación de titularidad provisional que, en lugar de resolverse lo antes posible para evitar un evitable deterioro, se ha mantenido e incluso alimentado desde el poder para tratar de utilizar el medio como herramienta de promoción política con la aquiescencia y la entusiasta colaboración de la figura sobre la que se ha concentrado todo el mando. Un pintoresco cargo a dedo  bautizado como administrador único que asume bajo su mano todos los cargos de la cúpula de decisión ha sido la solución que se improvisó para tapar el agujero. La elegida para el cargo es una trabajadora ya jubilada de la casa, que ingresó en ella como locutora de continuidad y que no tiene otra virtud en su expediente que la permanencia en su trabajo y, seguramente, la identificación con la línea ideológica de los que mandan. Pero Rosa María Mateo no es nada más que eso ni existe que se sepa cualificación alguna para desempeñar una tarea tan compleja, tan delicada y tan importante.

Paradójicamente, esta condición de administradora única la ha convertido en recipiendaria de la mayor cota de poder nunca poseída por un máximo responsable del ente público en tiempo de democracia. Rosa María Mateo entró a saco en los estamentos altos de la casa y se cargó a la mayoría de sus anteriores titulares. No le vaciló la mano y no tuvo en cuenta más prendas que la afinidad y la fidelidad a la causa. Es verdad que el desastroso protocolo por el que se rige el reparto de poder en RTVE ha permitido que el ente no sea otra cosa que un apéndice de los que están en cada momento en la Moncloa, pero en el caso actual se le han dado al tornillo tantas vueltas que lo han pasado de rosca.

Rosa María Mateo le está haciendo un daño terrible a RTVE. No solo por la ínfima calidad de sus espacios informativos, que chirrían a cada palabra y suenan a manipulación y manejo en la sombra, sino porque, perdida la confianza del público no alineado, recuperar la credibilidad es una tarea muy complicada. Solo dignificando el sistema de elección y democratizando del ente se puede remontar una situación infame.

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