Opinión

Silencio, se reúnen

La completamente inútil convocatoria de reunión solicitada por Alberto Núñez Feijoo y finalmente aceptada por Pedro Sánchez  que los equipos asesores de ambos candidatos han fijado para las diez de la mañana de hoy, no servirá para nada porque no hay ánimo alguno de cesión por parte de un presidente de funciones, empeñado en gobernar a toda  costa echando mano de cualquier aliado que le valga. Y no hay por parte del ganador electoral capacidad de convocatoria suficiente para plantear a su rival una disyuntiva que le obligue al pacto. Visto lo visto, todo parece indicar que el encuentro se reducirá a un intercambio mutuo de reproches que acabará pronto y a la tremenda, que es como estamos condenados a plantear los próximos años de vida política y parlamentaria en una España dividida en dos bloque prácticamente iguales, separados por argumentos por el momento irreconciliables. Feijoo no cuenta con más aliado que los que ha mostrado y que le dejan a tres o cuatro escaños de la mayoría compartida, y Sánchez tiene que apechugar con tantas concesiones que alguna de ellas rozaran la materia inconstitucional y probablemente no  podrán llevarse a cabo aunque él lo quiera, lo que quizá aboque a una nueva cita  electoral cuando la situación se enquiste y no se pueda ir ni hacia delante ni hacia atrás.

Como estrambote de esta desesperante situación que a casi todo el mundo defrauda, nos queda el consuelo de que la fallida reunión entre Feijoo y Sánchez –quien pudiera contar a estas horas tan descorazonadoras con personajes tan generosos y brillantes como Dato y Canalejas o Cánovas y Sagasta- ha conseguido aparcar por unas horas el otro gran tema de la actualidad nacional, que compete a la Federación Española de Fútbol y su máximo responsable, Luis Rubiales, al que la proximidad de unas posibles entendederas entre los representantes políticos de los partidos más votados ha conseguido mantener en silencio durante un rato.

Hay en estos días últimos del verano, o por lo menos así parece, un deseo casi inadvertido de alejarse de la política, olvidando que nada hay resuelto y lo que es más grave, está todo por hacer con amenaza de bloqueo institucional de por medio. La irrefrenable vocación cainita de nuestro pueblo ha derivado en este episodio que ha condenado al escándalo incluso a unas chicas que han conquistado el Mundial. ¿Qué más podemos pedir?... no tenemos remedio.

Te puede interesar