Opinión

El que paga el sueldo

El episodio protagonizado por Óscar Puente en el tren Valladolid-Madrid seguramente no podría producirse en el ámbito anglosajón donde los congresistas y sus administrados aprenden a desarrollar unos vínculos de proximidad y colaboración mutua que nunca han prosperado en España. Es esta cercanía que permite al ciudadano acercarse a su representante, producto de un sistema cameral diferente. El contacto es además mutuo, y el congresista es consciente de los matices que caracterizan a esa representación política. Si un viajero coincide con un diputado en un ferrocarril británico y decide interrogarlo sobre aspectos concretos de su actuación política, lo más probable es que el político tenga que hacer de tripas corazón antes de sentarse con su interlocutor para explicar por qué y cómo se ha comportado de ese modo. Pero se sentará seguro.
Pero si bien la costumbre de mezclarse con el pueblo llano no está extendida como debiera entre los representantes parlamentarios españoles y, por regla general, estos últimos adoptan posturas tristemente altivas cuando toca bajar a la arena  de la calle, lo de Óscar Puente rebasa todos los extremos posibles. Es cierto que su interlocutor no tenía buenas intenciones en su interrogatorio pero esa sospechosa mala leche que parecía destilar la pregunta formulada –referida  a la posibilidad de que su partido abra las puertas a Puigdemont y proponga una amnistía y un posterior referéndum- no es razón para que un diputado electo amenace por ello con llamar a la policía. Al fin y al cabo, el viajero que preguntaba al ex alcalde vallisoletano no hacía otra cosa que abundar precisamente en la temática que había estado sobrevolando la intervención que Puente había protagonizado en el Congreso durante el primer asalto de la Sesión de Investidura. 
Los diputados no deben olvidar que  no solo están ahí por y para el pueblo, sino que dependen del pueblo y sus impuestos para cobrar sus sueldos. El sueldo de un diputado como Puente es un buen sueldo y está además aderezado por múltiples complementos. Los paga el contribuyente. 
Puente disfruta de un abanico amplio y confortable de ventajas gracias a su condición de parlamentario entre las que no es la menor el tratamiento fiscal. Por tanto, debe respeto y mucho cariño al que, aunque sea indirectamente, le paga. Todo, menos llamar a la policía.

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