Opinión

Plantar la tienda

Mientras Jenni Hermoso acaba por cumplir los consejos  que le han ido llegando de muchos rincones de su existencia (algunos de ellos amigables, cariños y leales, otros llenos de intención y altamente interesados) judicializando definitivamente el beso de la final del Mundial, han llegado los dueños de los petrodólares y se han quedado con Telefónica, la empresa que ha sido durante años la joya de la corona, y el estandarte de la España avanzada, competitiva, aspirante a la igualdad con las grandes potencias industriales del continente y altamente competente en materia tecnológica. Dicen algunos periódicos permanentemente empeñados en sacarle las vergüenzas a un Gobierno de coalición que a día de hoy sigue cuidando el huerto aunque con carácter de provisionalidad, que los nuevos dueños le ocultaron durante seis meses su intención de adquirir la empresa aunque uno se pregunta de qué valdría que lo supieran si no iban a hacer gran cosa. Hay que ver el lío que montaron cuando Ferrovial decidió  cambiarse de sede y ahora, ni palabra ante esta operación. Ferrovial se mudó y Telefónica ya no es nuestra.

Lo malo es que hay que resignarse. Los multimillonarios árabes ya no se contentan con llevarse crudos a los futbolistas, que antes se llevaban contrastados pero ya en el último tramo de su brillante carrera, pero que ahora se llevan en agraz, sino que se quedan con toda la tienda, desde los clubs en los que se inician estos chicos a los grandes estadios deportivos que los ven jugar. Y muchas más cosas, que esto no ha hecho más que empezar. Por ejemplo, Telefónica, que ya no es nuestra y que ya no nos deja presumir de poseer una empresa orgullo de un país aspirante a ser considerado en el concierto mundial por algo más que por el sol y el turismo. Telefónica era el complemento competitivo, orgulloso y noble de la paella, el bikini y el tinto de verano, pero, han llegado los verdaderamente ricos del mundo y se la han comprado sin más. Es decir, preguntando cuánto cuesta esto y poniendo un billete encima del otro sobre la mesa. Ya decía yo, contemplando aquellas imágenes de la final de la Supercopa de España con Rubiales vestido a la usanza de las Mil y una Noches y tomando el té con pastas acompañando a los jeques, que esto no se paraba ahí   y que la puerta que abría junto a Piqué valía ya para todo. O sea, que hay más cosas que el beso a Jenni Hermoso.

Te puede interesar