Opinión

Marlaska y el sitio mejor

Tras leer con gran detenimiento lo que los periódicos cuentan del extraño caso de Grande Marlaska y su incomprensible intervención, me preguntó, del mismo modo que se preguntará mucha gente, qué  ha obligado a un juez de inmaculada trayectoria y veinte años de ejemplar oficio, a vulnerar uno de los principios más inquebrantables de su propia condición, porque Fernando Grande Marlaska no solo ha cesado a uno de sus subordinados –el jefe de la comandancia de la Guardia Civil de Madrid, coronel Diego Pérez de los Cobos- sino que ha conculcado la ley, lo cual, viniendo de un magistrado de tanto lustre y experiencia, convierte esta situación en una pesadilla.

Pero la verdad es que Marlaska ha vulnerado la ley, ha tomado decisiones que no le corresponden, y ha mentido. Y no ha mentido una vez sino tres o cuatro, motivos por los que su situación –a pesar de afectar a un ciudadano que gozaba de un bien ganado prestigio- es insostenible.

La mayor y razonable duda en este proceso  afecta a los niveles de conocimiento administrativo mostrados por el titular de Interior al que ha parecido pasarle desapercibido el texto de la Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, cuyo artículo 31.1 dispone que, en el cumplimiento de sus funciones, los funcionarios adscritos a Unidades de Policía Judicial "dependen orgánicamente del Ministerio del Interior y funcionalmente de los jueces, tribunales o Ministerio Fiscal que estén conociendo del asunto objeto de su investigación”. Es este caso concreto, en el que en su condición de Policía judicial el coronel Pérez de los Cobos respondió con un escrito muy contundente a la petición cursada por la jueza Rodríguez Medel, quien le solicitaba información sobre los hechos ocurridos durante la manifestación del 8 de marzo para añadir a la investigación en curso contra el delegado del Gobierno en Madrid por permitirla. A partir de este hecho, el resto es un torrente de explicaciones imposibles de admitir, incluyendo la circular del propio cese que firma la directora general del cuerpo y que –por error o precipitación- desmiente al propio ministro.

En un tiempo, comprobaremos si este pringue de Marlaska tiene una compensación y una puerta giratoria de lujo con dirección a un destino mejor. A mí me sentaría fatal, pero peores cosas hemos visto.

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