Opinión

Los días de la marmota

Lo más doloroso de lo mucho y doloroso que caracteriza a la política española de hoy es esa amarga sensación que padece el administrado capaz de hacer de cada jornada un día de la marmota que convierte a todos en iguales. Una especie de dèjá vu uniforme,  monocolor en el que todas las situaciones parecen haber sido ya anteriormente vividas, todas las palabras suena a repetición, todos los rostros dicen lo mismo, todas las noticias ya no son noticias, y hasta las jornadas de fútbol son tan frecuentes y repetitivas que se amontonan y el aficionado se hace un verdadero lío y ya no sabe qué está viendo: si un partido atrasado de la jornada anterior o uno de los que inauguran la siguiente. Estamos metidos en un bucle en el que todo suena a lo mismo. Y encima aparecen personajes en todos los sectores que se empeñan en hacerlo todo peor. En terciar y hacer un mal tercio. Estropean lo poco bueno y salvable que hay en este lamentable corral de comedias, y sin embargo no contribuyen a singularizar los días. Las meteduras de pata, las afrentas, los disparates dialécticos, las ambiciones desmedidas, las faltas de respeto son tan abundantes y ocurren con tanta frecuencia que se han incorporado al devenir cotidiano y la gente corriente y moliente  ni siquiera las tiene ya en cuenta.
Llevamos instalados en la abulia, el hastío y la mediocridad mucho más tiempo del que debía ser tolerable en manos de unos políticos absurdos, y gobernados por un gobierno interino que se ha borrado del mapa. Llevamos más tiempo del deseado escuchando la misma verborrea sin sentido como lógica consecuencia de una eterna campaña electoral que se ha comido la actividad parlamentaria, la función de gobierno, la capacidad de legislar, la dignidad y la ética de sus miembros. ¿Sabemos dónde está Pedro Duque el celebrado ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, por ejemplo? Hace unos días estaba en un concurso televisivo. Hoy no lo sabemos.
Este tinglado no se sostiene. Ni antes ni ahora. Y mañana tampoco se sostendrá porque las encuestas predicen un panorama muy parecido al que Sánchez despreció en su deseo de ser el epicentro y que todos los demás le dejaran gobernar. Las encuestas –menos la de Tezanos faltaría más- dicen que el PSOE retrocede, el PP remonta, Podemos cae, Ciudadanos se desintegra, Vox se mantiene y asoma Errejón. Más o menos lo mismo. ¿Nuevas elecciones?

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