Opinión

La exigencia policial

Aunque parezca mentira, existen cosas que acontecen en Cataluña capaces de suscitar interés en el exterior aunque nada tengan que ver con el tío que está en Waterloo y el que está provisionalmente en la Moncloa, y los trajines que ambos se gastan. Es el caso de una serie de televisión que recrea el suceso protagonizado por una agente de policía llamada Rosa Peral quien, en colaboración con Albert su compañero de patrulla y amante  ocasional, se llevó por delante al que por entonces era su pareja estable tras separarse de su marido también agente de policía, otro policía mas, perteneciente esta vez a una división motorizada, al que ambos narcotizaron antes de asesinar, descuartizar, y prender fuego a sus restos introducidos previamente en un coche que aparcaron de madrugada en las cercanías de un pantano. La agente, condenada a veinticinco años de cárcel al igual que su cómplice en los hechos, había mantenido al tiempo una relación fugaz con un quinto policía, un oficial superior al que dejó plantado y que, por pura venganza, colgó las imágenes de un vídeo comprometedor rodado en connivencia mediante un teléfono. A la vista de estos hechos, presentar  solicitud para ser policía en Barcelona merece una reflexión previa  seria y ponderada.
Como viene siendo norma en la oferta de ocio elaborada por las televisiones de pago, una historia de semejante intensidad pródiga en sexo, promiscuidad, esposas y pistola, merecía un tratamiento cinematográfico que no ha tardado en mostrarse mientras la protagonista de la historia, la ya ex agente Peral, se ha valido de su derecho a un cupo de uso telefónico para conceder entrevistas y quejarse amargamente de que todo el mundo se está haciendo de oro con su historia menos ella que no ha cobrado ni un duro de nada: ni de artículos, ni de libros ni de la serie, ni de otras  alternativas inspiradas en su persona. Y yo creo que está en su derecho en quejarse, si bien el argumento principal de tan amarga queja no es que en la tele aparezca como una auténtica viuda negra –la araña asesina que de una picadura pone patas arriba a una vaca y ya no digo a un ser humano por muy mazas que esté el sujeto- sino porque tenía que cobrar por derechos de imagen y otras partidas y nadie le ha dado una pela. Y la pela es la pela.
Con historia como esta, Puigdemont tiene perdido el partido y también su nuevo y fraternal amigo, Pedro Sánchez. Y si me apuran, Xavi Hernández…
 

Te puede interesar