Opinión

El capital exterior

En medio de este angustioso escenario que determina la crisis del coronavirus, le ha saltado al camino al rey Felipe una situación que no por menos esperada le resultará también menos ingrata. Desde hace varios años, las relaciones de la Casa Real con incursiones dinerarias no especialmente bien aclaradas han llenado los cielos de nubarrones enturbiando la relación de la familia con la mayoría de sus súbditos que a menudo se preguntaron cómo era posible que todos nosotros lo estuviéramos pasando tan mal mientras ellos lo pasaban tan bien. La obtención de recursos mediante métodos reprobables acabó con el yerno del entonces Rey en la cárcel mientras la infanta Cristina se libraba de una condena por la razón aparente de que los dos líderes políticos con mayor capacidad de decisión en aquel momento –Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy- prometieron al monarca que si bien la Justica no tendría piedad con Iñaki Urdangarín, obviaría solicitar responsabilidades penales para su esposa. Urdangarín disfruta hoy de un tercer grado que le permite desarrollar una tarea social durante tres días a la semana con regreso nocturno al centro penitenciario. Sin embargo, la cadena no para porque el nuevo objetivo crítico es el propio rey Juan Carlos y su recién descubierta situación financiera que ha puesto a flote la prensa británica. El emérito aparece vinculado a una fundación offshore con una cuenta opaca en Suiza en la que en 2008, según narran estas informaciones, le fueron ingresados cien millones de dólares por su participación en la adjudicación del AVE a la Meca. Uno de los beneficiarios de estos fondos es el rey Felipe, quien permanecía al parecer en la ignorancia sobre su condición de recipiendario de estas cantidades. Existen otras personas que también recibieron donaciones: una dama mallorquina que se supone vinculada afectivamente en el pasado a Don Juan Carlos llamada Marta Gayá, y la condesa alemana Corinna Von Larsen. Felipe VI no solo ha renunciado a la herencia sino que ha resuelto privar a su padre de la asignación mensual, expresando estas disposiciones en un duro comunicado que firmó hace un par de días la Casa Real. Una ruptura entre padre e hijo en toda regla que Don Felipe no ha tenido otro remedio que adoptar porque en estas vicisitudes, el rey se está jugando su corona. La Historia se repite. La Historia es terca como una mula. 

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