Opinión

El análisis político

Desde los albores de mi ingreso en la pintoresca cofradía de los profesionales del periodismo, sentí una cierta desconfianza hacia aquellos de mis colegas que pomposamente se autodenominan analistas políticos. En un principio y teniendo en cuenta que yo ya voy siendo muy viejo, no se llamaban exactamente así, y preferían conocerse entre ellos más modestamente como comentaristas políticos, que es un modo más sosegado de entender una especialización que solía preciarse de poseer muy buenas fuentes, conexión directa con el poder y cierta habilidad de carácter intuitivo. Los comentaristas políticos del siglo XX, eran periodistas que habitualmente vivían en Madrid y comían y cenaban continuamente con la clase política, arañando confidencias y pactando off the records para construir sus columnas. En muchos casos eran, es cierto, poseedores de notables confidencias.
Pero con el devenir de los años, los comentaristas –que se mostraban orgullosos y sacaban pecho cada vez que daban en el blanco con la revelación de una de estas suculentas primicias obtenidas en un encuentro a mesa y mantel en un cenador de moda o tal vez en el palco del Santiago Bernabéu- han ido dando paso a otro perfil periodístico que es el de analista, es decir, los que analizan. Ese colectivo es, para que nos vayamos entendiendo, el que a mí me da peor espina, porque ya no les hace falta perseguir la noticia ni han de sacar  con tenacillas los secretos a nadie. Basta con sentarse delante de las cámaras de una televisión o colocarse los auriculares en un estudio de radio, y hablar por uno mismo. Los analistas políticos son ahora legión y participan en cientos de espacios de debate, de examen o de futurología explicando cómo va a ser, a su juicio, el comportamiento de aquellos a los que tienen que analizar, y los actuaciones que se van a llevar a cabo de aquí en un tiempo, Si no aciertan no pasa nada porque, en realidad, no se les pide acertar. Lo único que tiene importancia es crear ambiente de debate. El resto ya viene solo.
De todos modos, para analista político en lo alto del cajón nadie como José Félix Tezanos, al que ningún español de los que ha manipulado a su entero antojo le ha pedido hasta el momento cuentas. Solo sabemos que, tras la irrisión y la conversión del CIS en un circo, sigue en su sitio. Y cobrando u  pastón, claro…

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