Opinión

El actor contratado

Nada sería de los buenos sin que existieran los malos. La bondad necesita imperiosamente un espejo en el que mirarse y sobre todo, un opuesto al que compararse para que su comportamiento sea valorado en contraposición con quien no obra con honestidad. De hecho, ambas orillas han necesitado crear su propia contrapropuesta si es que no existía. Si no hay malos, no hay buenos y si no hay malos, lo más aconsejable es crearlos para alcanzar una referencia justa con la que conocer a los buenos, aunque crear una maldad para enaltecer la bondad no deja de ser otra maldad aún más abyecta.

La historia está cuajada de estas soluciones y los ejemplos son tan frecuentes como difíciles de disculpar. Por ejemplo, el antagonismo entre bloques que alentó, a partir del final de la II Guerra Mundial la llamada Guerra Fría, desapareció de un día para otro cuando cayó el muro de Berlín. El colofón de aquella época en la que el mundo se acostaba y se levantaba con el alma pendiente de un hilo aterrorizado ante la posibilidad l de un conflicto nuclear, fue la desintegración fulminante de la Unión Soviética. El gravísimo problema es que las sociedades occidentales se quedaron sin oponente. Hubo que crearlo para seguir conservando una escala de valores capaz de distinguir entre la bondad propia  y la maldad ajena.

Eso es lo que sospecho yo que ha pasado con el presidente de la Generalitat de Cataluña, un tal Quim Torra que se ha empeñado en convertirse en el sujeto más villano e indecente del país. Tengo sin embargo para mí que alguien le ha contratado y le paga bien porque desempeñe el papel de indeseable de primer nivel. Su perorata sobre la culpabilidad de los madrileños en el rebrote del coronavirus en Cataluña es de una mendacidad tal, que parece escrita como un guión de película, y aprendida de memoria por un actor al que se ha reclutado para desempeñar el papel de canalla. Alguna mente  retuerta ha supuesto que es necesario potenciar la figura de un indeseable que potencie las virtudes de quienes abominan la causa de la independencia, y ha puesto a este secundario en la tarea. Y lo está bordando.

¿Puede un sujeto como este mentiroso manipulador e insensato dormir por las noches, besar a los niños y acariciar a los viejos? Puede, porque en realidad, y como todos los buenos actores, miente. Es un ángel en la intimidad y un bandido cuando actúa.

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