Opinión

De cartas y puertas giratorias

Carolina Bescansa es, en estos días apasionados del partido que ayudó a fundar, un ejemplo muy claro y conciso de cómo nadar y guardar la ropa. La diputada gallega que se convirtió en viral -¿he escrito yo eso, madre mía?- por dar la teta a su nene en el escaño que ocupa en la carrera de San Jerónimo, ha dedicado a la opinión pública una carta abierta en la que explica sus razones para plantearse una retirada discreta y alejarse de las tensiones de una formación como la suya  que se prepara para un agrio combate por el poder y la gloria que enfrentará dentro de unos días a Errejón e Iglesias con manta al antebrazo y cabritera en mano. Una porfía que Bescansa no ha dudado en calificar de “choque de trenes”, quizá añadiendo por su cuenta una pizca de dramatismo al debate para que, al menos, disfrute de minutos de oro en las cadenas de tele y radio. A mí personalmente que ya estoy en otras cuestiones, la disputa entre Errejón e Iglesias se me antoja una bronca de dominio, un galleo de salón marcando territorio. Sigo pensando que los partidos en general y con más intensidad quienes juraran que no volverían a hacerlo, están inmersos en una historia particular que al elector se la trae al fresco porque no es quien gana en la pelea interna lo que le interesa sino cómo se defienden en los foros estructurados para ello, lo que podemos llamar sin equivocarnos, sus necesidades.
Bescansa se ha marchado a la banda a ver como los dos machos se despedazan pero no ha entregado de ningún modo su acta de diputada porque esas son palabras mayores. Se renuncia a un sueldo muy jugoso, y múltiples complementos por distintos motivos, fiscalidad reducida, prebendas, usos y disfrutes, popularidad, viajes, representaciones, contactos… Poder, fama y dinero. Decir que no a semejante momio es una machada que ni Carolina Bescansa ni ningún otro están dispuestos a sacrificar.
Y si no hay acta de la que echar mano está la puerta giratoria. La que le han servido a Arsenio Fernández de Mesa, ex director de la Guardia Civil, antiguo militante de Fuerza Nueva de los más distinguidos y activos en la partida de la porra, y aspirante a marino de guerra fracasado por genética familiar, ha salido por una puerta y se ha entrado por otra como consejero de Red Eléctrica de España. Una auténtica vergüenza que parecía ya olvidada. Pero no. Sin estudios de ninguna clase poco va a saber de electricidad este caballero. Pero da igual. No escarmentamos…

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