Opinión

Cabeza perdida

Como quiera que el país ya tiene la cabeza completamente perdida, a nadie le sorprende ya nada de nada. Y todos convivimos mejor o peor con lo absurdo sin que se nos paren los pulsos o nos den los siete males aunque muchos de nosotros estamos muy cerca de ello. Casi nadie se inmuta ni se indigna cuando la vicepresidenta de un Gobierno de la Corona hace el hatillo y se va a Bruselas a entrevistarse con un prófugo de la Justicia, a negociar con él, a hacerse con el fotos y a salir con él en televisión, legitimando sus inconstitucionales e inaceptables peticiones, mientras el presidente Sánchez también sale en televisión pero rindiendo homenaje a la fallecida María Teresa Campos con la que, por otra parte,  no tuvo nunca la más mínima sintonía. En lugar de hacer valer su autoridad y su respeto por la ley y el orden constitucional cesando fulminantemente a la viajera, se desentiende de este disparate afirmando que Yolanda Díaz ha viajado en nombre propio y en el de su partido. Ella ha vuelto afirmando que el fugitivo se compromete a respetar los principios democráticos -lo cual es como no decir nada- mientras Puigdemont, aprovechando esta ocasión inaplazable, ha montado a su vez en Bélgica una rueda de prensa en la que argumenta que él y los suyos están preparados para una negociación histórica. La negociación impone como principios innegociables la amnistía y el referéndum de autodeterminación así que, lo demás es solo añadido.

La pérdida de principios y el desbarre generalizado que preside uno de los periodos más insensatos de la reciente historia del país  se lleva por delante el equilibrio tan trabajosamente restablecido como la tempestad meteorológica se ha llevado puentes, autovía y tendidos de ferrocarril. La Federación Española de Fútbol acaba de comunicar que cesa al primer seleccionador nacional que ha logrado obtener un Campeonato del Mundo de fútbol femenino en toda la historia del balompié patrio. Lo ha conseguido aguantando además el pulso a un grupo de jugadoras que le negaron su concurso y que le obligaron a reconstruir el equipo partiendo de cero cuando el camino hacia el torneo estaba ya planificado y en ruta. Jorge Bilda no es un tipo que caiga simpático probablemente, pero ha logrado lo  inimaginable y la recompensa ha sido su relevo. Lo más grande es que nadie nos ha explicado el por qué se le cesa. Y no estaría mal que la Federación lo hiciera.

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