Opinión

La batalla de las uvas

Ayer fue el día después de las campanadas, y a mí me cuesta reconocer que, con la que está cayendo, el debate prendido en la opinión pública puede focalizarse de un modo tan potente en el atuendo con el que se visten las presentadoras estrellas de las cadenas de televisión en litigio, que elevan a la categoría más alta la apuesta sobre el atavió de las mujeres que cantan los toques de campana y su influencia en el fenómeno social derivado de esta apuesta que sirve de herramienta para la captación y lucha a brazo partido por la presencia de espectadores. Fueron Cristina Pedroche por el grupo Telecinco y Ana Mena por el ente público Radio Televisión Española.

Las circunstancias mandan y las exigencias obligan a ganar la batalla de la audiencia en esta cita especial del Fin de Año. Y especialmente la cadena privada se encuentra en la obligación no solo de batir los registros el año que queda atrás sino de disfrazar su oferta con un discurso de cierto alcance que otorgue valor añadido a la presencia por contrato de Cristina Pedroche como conductora del espectáculo. Ya no basta con que Pedroche aparezca ante las cámaras y en la terraza sobre la Plaza Mayor con un sobretodo que la cubra para quitárselo a medio camino y quedarse hermosamente medio en pelota,  sino que la circunstancia exige que esa situación pueda ser aplicada a una causa justa que le otorgue valor al despoje, que lo potencia y le otorgue significado. El pasado periodo entre el domingo y el lunes eligió una apuesta por la madre naturaleza con abrigo de corteza y tierra, al que sucedió un vistoso y trasparente vestido hecho al parecer de agua hasta el punto de que si hubiera llovido, la presentadora se hubiera quedado, según sus propias palabras, completamente desnuda ante las cámaras. Alzada sobre unos coturnos de madrea gallega, Pedroche dio un recital previamente aprendido de cómo apostar por la conservación del entorno natural que es el tema de moda. Convencer de palabra era lo de menos. Lo de más era el traje.

Por su parte, Ana Mena  estuvo más comedida en RTVE1. Muy guapa y sin necesidad de avasallar a nadie. La acompañaron Ramón García que es incombustible y se las sabe todas, y una Jenny Llada que estaba estupenda aunque en realidad allí no pintara nada. La emisora pública ganó la pugna, a mi juicio, por goleada.

Te puede interesar