Opinión

Las amistades peligrosas

Francina Armengol, ex presidenta de la Comunidad Balear ahora cercada por sus conexiones con la trama de comisionistas nacida al amparo ministerial tiene, según leo en los periódicos, un pasado repleto de situaciones dudosas, y una pareja  -el empresario balear, Joan Nadal- que ha salido corriendo como ha podido de las entretelas empresariales de las que se ha valido el clan para lucrarse con millones de euros del erario público, dos días antes de que el cobrador de la entidad, el famoso Koldo el de “La Chalana”, fuera detenido y puesto a disposición de la autoridad judicial. Nadal se ha llevado un buen pellizco del negocio y se ha dado de baja en la composición del entramado financiero necesario con el tiempo justo para que no lo pillara la Guardia Civil con las manos en la masa. Ni él ni su pareja tienen un expediente impoluto, y la memoria popular recuerda el escándalo del bloque de viviendas adquirido a precio de saldo y con capital obtenido de un crédito facilitado por una caja de ahorros que hubo de ser rescatada de la ruina con dinero público, por este Nadal –no confundir con el bueno al que, por cierto, le acaba de ganar Carlos Alcaraz- en una operación a la carta en la que Armengol quería hacerse dueña por la cara del ático, que era el piso más amplio y lujoso del edificio y a cuyo disfrute acabó renunciando a la vista de que le iba a resultar más oneroso que beneficioso en su carrera política.
Hace unos días, una de las tres esposas que Ábalos ha tenido en su larga y procelosa aventura sentimental, argumentaba que la presencia de aquel tal Koldo convertido en la mano que aprieta del círculo más próximo de su por entonces poderoso marido, le resultaba inquietante, y que le advirtió de que acabaría buscándole la ruina. Son, tal cual, las amistades peligrosas de cuya cautivadora e inconveniente influencia ya nos advertía el caballero Choderlos Laclos en su famosa novela epistolar cuya lectura recomiendo muy vivamente porque es uno de los relatos más fascinantes escritos durante el luminoso e ilustrado siglo XVIII. La señora de Ábalos estaba en la cierto, y cuando los trapos sucios de esta trama siniestra lleguen al ventiladora y comiencen a expandir las miasmas por todo el dormitorio, es posible que la actual presidenta del Congreso se arrepienta de medrar para que el suyo se haya llevado cuatro kilos como botín antes de salir pitando. Choderlos no hablaba de chorizos sino de amores galantes y perversos, que conste.

Te puede interesar