Opinión

Adiós a una gran mujer

Los puristas del rock and roll solemos poner mala cara a las segundas versiones de canciones escritas e interpretadas por nuestros ídolos.  A mí no me gustan nada las que se han hecho de los Beatles incluso a pesar de que los propios Beatles aceptaron con gratitud y buena cara muchas de aquellas interpretaciones. Incluso existen algunas que me parecen una payasada. A fuerza de ser sincero, no gozo más que con una de estas segundas versiones. La que Tina Turner hizo de “Proud Mary”, el homenaje que John Fogerty escribió en honor de un barco de río a vapor y rueda y que hizo muy popular con su banda la “Credence Clearwater Revival”.
Es prácticamente imposible encontrar en el firmamento musical una figura tan potente como Tina Turner. Su estampa en el escenario, su poder, su audacia y la hermosura que brotaba libre por todos sus poros, construían una estampa irresistible que cautivaba e impactaba hasta la empuñadura. Tina Turner era un torrente capaz de conmover todas las almas. La mía desde luego se prendó de ella  a la primera de cambio, cuando su voz desgarrada y  extrema y su estampa  en torbellino apareció ante mis ojos atónitos. Estaba entonces unida a su pareja, un sujeto delincuente y violento llamado Ike  que le dio una pésima vida hasta que aquella mujer impagable dijo basta. Lo hizo en los tiempos en los que no era fácil tomar esa decisión para una mujer, sola, sureña y negra que pudo sucumbir a la presión social. Y sin embargo, se hartó de recibir palos, de sufrir vejaciones, de carecer de amor y de respeto. Paradójicamente y tras semejante y traumática ruptura, Anna Mae Bullock como se llamaba aunque decidió mantener como apellido artístico el que correspondía a su marido indeseable, se convirtió en una grande. En inmensa. Nadie al que le guste el rock and roll puede sustraerse a la influencia de esta mujer deslumbrante y esta artista extraordinaria.
Tina Turner se ha ido y no me imagino a nadie capaz de renunciar a llorarla. Yo, personalmente confieso mi profunda tristeza por su pérdida. La muerte de Tina Turner me sugiere  al oído la realidad de mi propia vejez, y la inmensa pena que me aprieta dentro por el adiós de un referente  indiscutible sin cuya existencia la música popular tendría mucha menor importancia.  

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