Opinión

Mi querida España

Pues, dilecta leyente, el PP anda en busca de ese Moisés, aunque sea en versión femenina (Isabel Ayuso), que le saque del fango y lo lleve a la tierra firme prometida por el “Señor” Casado (ningún casado mandó nunca nada). El PSOE, sin principios, anda a la deriva, aquejado de los males del “ere” y el “erte”, atado de pies y manos por sus facinerosos y marrulleros socios que lo chantajean a su antojo. De momento, su prioridad es favorecer al mundo del lumpen: Favorecimiento de los okupas, alfombra roja a los ilegales, acercamiento de asesinos etarras, incremento de paga a los “internos”, y derogación de la prisión permanente revisable.

Mientras, los independentistas-golpistas cada vez son más audaces ante este gobierno “arcoíris”. Además la Audiencia Nacional tiene que parar las arbitrariedades sancho-marlaskitas como la  recientemente cometida con el coronel Cobos. Y  es que ese juez invertido, digo investido, ministro, resultó ser un arrogante miserable.

El Moñas (femenino de moños, pero como ahora todo se ha feminizado…), cargando con su hoz y su martillo, su Neurona y sus veleidades chavistas, después de intentar anarquizar España, ahora aspira gulagizar Madrid, como paso previo a “asaltar el cielo” (con ello deja por cuerdo al Quijote), y todo después de menoscabar nuestra frágil monarquía.

Ya Curzio Malaparte, en su “Técnica del golpe de Estado”, demostraba que ese golpe no necesariamente tenía que ser violento ya que bastaba con apoderarse de ciertas instituciones y desde ellas “desventrar” el Estado. Así, en la actualidad, el sistema constitucional español es víctima de un acoso que recuerda las técnicas descritas por Malaparte. Sus protagonistas son el nacionalismo catalán y Podemos, con la violación del ordenamiento jurídico y el vaciamiento de sus contenidos para llenarlos con otros anticonstitucionales, lo que  viene desarrollándose desde hace tiempo. 

Como bien sabe, dilecta, el derrumbe de los partidos políticos es un fenómeno global y masivo, a tal nivel que hay casi más afiliados a la Sociedad de Conservación de la babosa dromedario que la suma de afiliados a muchos de los partidos tradicionales. 

Quizá sea que sobran políticos que sólo piensan en las próximas elecciones, y faltan estadistas que piensen en las próximas generaciones. Mire, el asunto viene de lejos, la decepción de las expectativas que habían despertado las arraigadas ideologías ha llevado a muchos votantes de diferentes partidos y lugares a echarse en manos de populistas y chamanes que prometían cambios. Esa es la palabra clave: cambio y gobierno progresista. Lo malo es que los cambios no siempre son para mejor. 
Ya lo dijo cierto general en el fragor de la batalla, con las tropas diezmadas, prácticamente sin armas ni municiones y ni una lata de sardinas: “Toda situación, por desfavorable que sea, es susceptible de empeorar”. 

En cuanto al progreso, ¿quién es el cretino que no quiere progresar en todos los sentidos? Por ello, la taimada izquierda se ha apresurado a registrar la marca, y se arroga el monopolio del progresismo, aunque luego las reformas progresistas no sean más que “ñapas” al estilo “Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio”, siendo otros los que tendrán que venir a arreglar las fisuras ocultas por el gotelé social comunista.

¡Y para colmo, Margarita Robles, ministra de Defensa! ¡La jueza, azote de las Fuerzas del Orden en el país vasco! Claro que, antes, el ínclito Sánchez nos había endiñado un ministro de Deportes que odiaba el deporte y a los deportistas; menos mal que tenemos al astronauta, que nos trasportará a otra Galaxia de donde mane leche sin lactosa y miel de abeja apta para diabéticos. 

Te puede interesar