Opinión

Maddie ha muerto

Pues, dilecta leyente, que Maddie está muerta lo ha confirmado la policía alemana, que parece que tiene a un sospechoso, considerado como un depredador sexual, que estuvo en Praia da Luz- Algarve ( Portugal) y que según un rastreo telefónico se le sitúa cerca de los hechos en la fecha que desapareció Madeleine, la niña inglesa de tres años, que dormía drogada por sus padres, médicos, en una habitación con la persiana semiabierta, mientras aquellos cenaban en un restaurante cercano y que desapareció misteriosamente hace 13 años en las sombras de la noche. 

El caso, quizá se hubiera resuelto si el responsable de la investigación no se hubiera emperrado en culpar a los  McCann de la muerte de la niña por imprudencia (como que se hubiesen pasado en el suministro del somnífero) y luego hubieran hecho desaparecer el cadáver (se hablaba incluso de una incineradora cercana). Lo cierto es que los perros traídos de Inglaterra, adiestrados para detectar sangre y el olor a muerto, marcaron tal existencia en el coche usado por los padres de Maddie.

Para este cronista, con los datos que transcendían de una pésima investigación, que ahora se revelan, la verdad siempre estuvo más cerca de la tesis del inspector luso Gonçalo Amaral que la del secuestro, que mantienen sus padres, pero mientras no se demuestre lo contrario y se pruebe que se trata de un homicidio por imprudencia de alguno o ambos de los padres, que luego hicieran desaparecer el cadáver, la investigación debe seguir bajo la posibilidad del secuestro como ahora parece confirmarse. Eso sí,  sin descartar otras vías.

La cuestión es que los teutones, que llevan cerca de un año vigilando al sospechoso, por una parte parecen prudentes (no ha transcendido el resultado del registro en la vivienda y jardín del bandarra), y, por  otra, afirman tener datos de que la niña está muerta porque al parecer así lo sugirió el andoba, que se negó a facilitar más detalles y sin que se haya localizado el cadáver.  Lo cierto es que aún no se han atrevido a acusarle formalmente del crimen.

Con ello, parecen echar por tierra la esperanza que, hasta ahora, trasmitían los investigadores de Scotland Yard, tras la múltiple revisión del caso de la niña británica, que se reabrió con la publicación de una foto robot de Maddie con el que sería su aspecto actual, debido a la “aparición de nuevas pistas”. El caso se abre y se cierra como la concha de un galápago, en función de las influencias de los padres y el dinero de los, al parecer, altruistas patrocinadores para que el hecho no pase al olvido.

En cualquier caso, el pronóstico de los especialistas nunca aportó nada nuevo: “Existen dos posibilidades. Una de ellas es que aún esté viva, y la segunda que esté tristemente muerta”. Para llegar a esa conclusión no hacía falta darle tanto bombo a la revisión del caso.

Pocos casos han tenido tal difusión informativa y tal número de especialistas públicos y privados dedicados a encontrar a Madeleine McCann  durante tanto tiempo y en todos los continentes, como éste. Los ingleses no quieren que el suceso se cierre en falso, como les pasó, para oprobio de los bobbies con el tristemente célebre Jack el Destripador. La cuestión aquí está entre si este misterio será más parecido al del monstruo del lago Ness o al del citado asesino.

Desde el punto de vista criminológico, cabe recordar aquel axioma de “el tiempo que pasa es la verdad que huye”. A pesar de todas las dificultades, esto lo hubiera resuelto Hércules Poirot el personaje protagonista de las novelas de la mejor escritora de la novela policiaca inglesa,  Agatha Christie. 

Volviendo a la realidad, para comprender el comportamiento ambiguo de los alemanes, debemos recordar otro caso de secuestro de otro menor en que los policías fueron condenados por amenazar con torturas al que retenía a la víctima, y es que como dictaminó la Justicia entre dos bienes jurídicos como eran la posibilidad de salvar al niño y por otra parte la integridad física y psíquica de la persona, debe prevalecer ésta última. Por cierto, el niño apareció muerto en el zulo en donde lo mantenía retenido el detenido.

Lo dicho, para mí esto es como el caso del monstruo del Lago Ness, que aparece y desaparece ocasionalmente, pero nadie encuentra. Y sigamos especulando con el drama como si se tratase de otro de esos tenebrosos misterios sucedidos al amparo de la bruma del Támesis, que tanto gustan a los londinenses. 

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