Opinión

Las FEMEN y la Guardia Suiza

Supongo, dilecta leyente, que estas fechas le recordarán el intento de “secuestro” del niño Jesús, bueno, más bien de la figura que lo representaba, del Nacimiento del belén vaticano; llevado a cabo por la activista del grupo FEMEN, Yana Azhdánova, a pecho descubierto.
La autora fue trincada por miembros de la Guardia Suiza, cuando huía con la imagen, al grito de “God is woman” (Dios es mujer), mientras Francisco leía su mensaje de Navidad; demostrando su ignorancia teológica, pues como todo fiel rutinario sabe, Dios es espíritu y por tanto asexual. Claro que lo de que es “nuestro padre” se presta a confusión.

Esto de ser detenido por miembros de este cuerpo militar con uniforme inspirado en los frescos de Rafael, con yelmo, coraza, alabarda y espada ropera, con reminiscencias de la época medieval, debe tener un punto de morbo que supera al guardia civil con mostacho y mosquetón o al Policía Nacional con patillas y Cetme. Pero no se equivoque, a pesar del extravagante uniforme no son soldaditos de plomo, sino auténticos profesionales, inmortalizados por su bravura en diversos hechos de armas, como durante el saqueo de Roma o en la protección del Papa Clemente VII, con especial adiestramiento para su misión.

Según las crónicas, la justicia vaticana la ha puesto en libertad con la prohibición de acceder al lugar del crimen. En caso de haber juicio, digo yo que si le toca de Promotor de la Justicia un Torquemada,  en el peor de los casos le podría caer la pena de infierno, que viene a ser una cadena perpetua, pero eterna y con calefacción a lo bestia. 

Volviendo a las FEMEN, a pesar de sus sugerentes domingas, con las que parecen anunciar una fascinante central lechera, tienen más peligro que una piraña en un bidet. Lo cual no deja de tener su atractivo, para los que les gusten las pirañas, claro. En cualquier caso, si yo fuese el abogado de la tal Azhdánova, argumentaría que mi defendida era una devota cristiana que llevada por un sentimiento de caridad, viendo la precariedad del Portal y la indigencia de la familia, sólo pretendía amamantar al “baby” con el afamado producto lácteo ucraniano (superado ya el síndrome  Chernóbil), para complementar lo del oro, incienso y mirra, de los Magos de Oriente. Ya sé, ya sé, pero argumentos de defensa más disparatados se han oído. 

Sólo que habría dos problemas: la existencia de antecedentes que hacen dudar de la buena fe de la acción y que para intervenir como bogui ante la justicia vaticana se exige además de ser católico, de “buena fama”. ser experto en Derecho Canónico y contar con la aprobación del obispo, lo cual debe ser más enigmático que completar un sudoku. 

¡Oh, my God!

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