Opinión

Levántate y ponte en camino

Levántate y ponte en camino es el lema del día del Seminario de este año con el que nuestra Diócesis nos convoca para promover y rezar por las vocaciones sacerdotales. En principio esta llamada de la Iglesia puede parecernos tan reiterativa que echaríamos en falta una propuesta más elaborada y acorde con la compleja realidad de nuestros tiempos. Hoy esperamos todos metodologías que se sustenten en la eficacia y en la comprobación. Seguir repitiendo las palabras con las que Jesús llamó a sus primeros discípulos (Mc 1,17) a muchos les puede parecer ingenuo.
Uno de los mayores retos que tenemos, como todas las diócesis del mundo, es convocar y formar nuevos sacerdotes. Ellos serán los que, íntimamente unidos y entregados al pueblo de Dios, formarán las comunidades cristianas del mundo que viene. Afrontar este reto con todas sus consecuencias es nuestra gran misión.
Hay muchas personas, también en la Iglesia, que tienen miedo al futuro. Ese miedo les impide vivir y afrontar el presente y se refugian en un pasado añorado. Esta falta de confianza en lo que somos y vivimos nos impulsa a la búsqueda de soluciones mágicas que puedan remediar nuestros problemas. También en la tarea de las nuevas vocaciones hay muchos que esperan soluciones fantásticas y, sobre todo, esperan que las realicen otras personas.
Luchar por las vocaciones sacerdotales es una tarea de todo el pueblo cristiano. Unos tienen más responsabilidades que otros, pero sólo en la medida en que se sientan apoyados por todos. Tal vez pocas realidades en la Iglesia dependan tanto de la colaboración de todos como la historia de una vocación. No hay vocación sin llamada de Dios; no hay vocación sin familia; no hay vocación sin comunidad cristiana; no hay vocación sin amigos; no hay vocación sin escuelas y no hay vocación sin sacerdotes, por citar los ámbitos más importantes de la vida de una vocación sacerdotal.
Las grandes decisiones de la vida, y la de la vocación sacerdotal lo es por excelencia, no se toman, por lo general, en un momento aislado. Son el resultado de muchos momentos decisivos,  sustentados por la gracia de Dios y  vividos en la intimidad de lo cotidiano. Siempre hay una historia con personas y tiempos. 
Todo comienza un día en que al que es llamado se le hace presente el Señor que le dice: “Levántate y ponte en camino “. Hacer posible y acompañar esta llamada del Señor es hoy, sin duda, la misión por excelencia de nuestra Iglesia Diocesana. La Iglesia no puede subsistir sin sacerdotes y sin eucaristía. Allí donde haya comunidades cristianas habrá siempre sacerdotes que en nombre y en la persona de Jesucristo sirvan y acompañen al pueblo de Dios.
Nadie en la Iglesia puede desentenderse de las vocaciones sacerdotales. Dios es su fuente y la Iglesia la madre que las engendra y alimenta.
Con vosotros invoco la protección de San José y de la Santísima Virgen.

(*) Obispo de Tui-Vigo

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