Efectivamente: lo que pasa es que Pepiño desapareció, hace ya mucho tiempo, aunque de cuando en cuando se me presenta su imagen abierta, sonriente y siempre ofreciéndose a las cosas más necesarias e importantes que entendía que algún amigo suyo precisaba: en este caso a mí.
¿Cuéntolo?
Yo llegué muy jovencito a Vigo y me dediqué a mi función de profesor con toda el alma y, la verdad sea dicha, el tiempo se me iba con mis chavales escolares.
Quiero decir que como mi trabajo me gustaba me dedicaba normalmente y con satisfacción a formar a otros jóvenes que no eran de mi atención y servicio oficial . Y me aclaro más añadiendo que tenía formados unos equipos deportivos que me iban muy bien y me encontraba contento con mi quehacer.
Sin embargo no me veía muy feliz de todo, no. Notaba que me faltaba algo.
Hasta que llegó Pepiño, que fue quien me demostró que en la vida hay una serie muy amplia de entregas gratas posibles que están ahí mismo para hacernos a todos más completos y más satisfechos y alegres.
Pepiño con su gracia y buen exponer me convenció de que no estaba completo de todo, que tenía que dar más de sí, de mí, entiéndase.
¿Y cómo lo hizo? Muy sencillo. Me llevó al Círculo Cultural Mercantil e Industrial de Vigo.
Y allí me nutrí de deportes y deportes, ¡todos! Y de cursillos para aprender a entretenerme, y divertirme, con sus juegos sociales ¡todos! y a participar en sus torneos de billar a tres bandas; al tute, con cartas, claro; a la escoba, al mus, al poker deportivo, al dominó, a los demás torneos 'más serios', como el tenis y otros : el padel, el tenis de mesa, el tiro con arco, el fútbol a 7 y... mucho más, etc, que no es poco.
Y después está ese paquete de actividades culturales, exposiciones de arte, conferencias, teatro, conciertos, su extraordinaria biblioteca y su coral polifónica, un andar muy largo, en fin, porque el 'Mercantil' es una asamblea constante de actividades recreativas y culturales.
Ah: con todo esto Pepiño se insertó entre sus amigos y... yo uno de ellos.
