Don Verísimo llegó a la tertulia algo molesto. Parece que alguien le pregunto a él, que lo sabe todo, si Matamá era así o o tal vez Matamala. Y no lo supo.
Los otros contertulios se mofaron un poquitillo (la educación es la edjcación) de él y yo les hice callar.
-¿Cuantos de ustedes conoce esa historia? Pocos, claro. Pero Gorecho esas minucias residenciales las sabe todas. ¿Las dices?
-Sí. Matamala, antiguamente, se llamaba así. ¿Por qué? ¿Habría por allí vegetación de mala calidad? Por que los vecinos, sostenían una dehesa real que 'apenas daba árboles', y mantuvieron la idea de que se daban mal las matas y los árboles para evitar trabajos que no se cobraban. Son teorías, amigos, aunque la primera tiene visos de certeza. Sus productos hortícolas, sin embargo, son excelentes, así como la piedra de sus canteras. Los vecinos, ciento sesenta nueve de mediados del siglo XIX pagaban, de diezmos 17.000 reales que cobraba, íntegros, a ver, el párroco, además de disfrutar de buena casa y terrenos para diez ferrados de simiente y la fábrica, o sea, ganancias para gastos de la Iglesia, era de 529 reales.
-Caray con el crego- dijo alguien.
-Tuvo, -siguió Gorecho-, una compañía de milicias con gente muy valiente. Su capitán, D. Fernando Pereira, murió en acto de servicio, siendo sustituido por el alférez Juan Peinado, ya talludito, pero que ascendió a capitán por méritos de guerra defendiendo la villa de Vigo en 1617. Es muy buena al gente de la parroquia. Su romería del día de San Amaro, curaba y cura reumas y similares males. El retablo de la parroquia era de la Colegiata de Vigo. Se le compró el altar mayor de la parroquia , vendido con todas las bendiciones administrativas por el Concello vigués cuando se edificó el nuevo templo, hoy con-catedral. Pagaron por él 3.000 reales en 1816. Había costado, en 1684, 200 rs., que pagó a toca teja el regidor -concejal- vigués D. Antonio de los Ríos.
Y ya está bien, que tengo la gorxa seca.
