Hay gentes que sin recato alguno creen que los políticos no sirven para nada. Que son una profesión similar a la de los pájaros de cuenta, dicho sin ofender a nadie. Otros con burda retranca añaden: '¡menudos volátiles son!' Yo opino que los políticos, mayormente, son buenos: van a misa, donde leen 'El Capital', de Marx; el 'Manifiesto Comunista', las obras completas de Felipe González y algún opúsculo de los que maduran durmiendo, los llamados a la literatura en el Parlamento... (No se pase, oiga. De todo hay en la viña del Señor. Hay que estar al día).
Y dirá el lector: 'Entonces ¿para que sirve esto dicho?' Lea: Supongo que usted y toda España saben que una especie de bastantes españoles piensan invadir el 25 de los corrientes el Parlamento y apoderarse de él, es decir, entrar tranquilos, (se espera, algo bueno, de este desequilibrado instrumento de pensar y gobernar, ¿no?), porque toda España está harta de como va 'la cosa' y los legisladores que dejen la mecánica de gobierno mal llevado. Y también sabe el pueblo español que los parlamentarios han abandonado sus escaños y los dejan en manos de los que vengan que a lo que se ve deben ser buenos porque los 'exconstitucionalistas' se fueron para casa. ¿Garrote hand?
Nosotros ya sabemos que una sesión de cine-teatro en el Parlamento tuvo lugar como una forma semejante -si lo del 25 abrileño va a más: Vino un general y ¡hala! todos a la rúe salvo un héroe del que hablaremos si la cosa, el hecho de los que se apoderarán del mando, cuaja.
En fin: si va a arriba les contaré la historia más adelante. Lo que sea porque a lo peor, o a lo mejor, los espíritus del general Pavía y de don Eduardo Chao hacen falta. ¿Creen ustedes en la reencarnación?
Bueno: ya veremos.
