Opinión

Mi amigo, el canófilo (¿hasta cuándo?)

Con increíble sorpresa me encuentro al volver de mis vacaciones -hoy mismo-, con una notificación seria, de pagar una multa de un hecho que realizó mi perro, -que yo no tengo ni uso- y eso que fue muy amante de estos animalitos y que enseguida les cuento a ustedes.

Caducado el trámite de mi recepción, que venía en un plegable y se hallaba en mi buzón de correos con otrísimos papeles propagandísticos que, de haber tenido perro en la entrada de mi castillo donde poner esto mismo habría muchas visitas, un maldito supongo que celoso 'casette', estaría muerto por asfixia postal. De lo que deberían de abonarme porque los 'reparte audaces' desbordando a los funcionarios normales del proyecto comercial: y trabajan y trabajan bien, dejando para mañana lo que no deben hacer hoy las amas de casa.

Las amas de casa ahora no, no. Salen por las tardes con su perrito -o su perrazo-, al que algunas amas obedecen yendo a los profundos pasajes por los que quieren ir los perritos, siempre elegantes y corteses y ellas se dejan ir -no todas- a las órdenes del foxterrier, por citar un perro educado -casi siempre-, o de dejar el buzón con capacidad para lo que unos lo usan, sin propaganda, señoras y señores aunque lo parezca y que ustedes no tienen rematado lo que debería estar acabado y no se debe acostumbrar a les canes, (digo yo).

Y ahora les diré a ustedes la causa de que no me guste ver ni aguantar a los perros compañeros -salvo el de San Roque-; que manchan de baba los pantalones y las faldas (de estrenos).

Pero sigo. Es que los perros atraen mucho, perdón. Mi 'Live' y mi 'Clay', eran dos guardianes que imponían pero, luego , nada en cuanto al ataque y furor. Ambos perros, alemanes, causaban hermosa impresión con su bella presencia y la envidia rascó mucho a la envidia de los demás.

Un mal día apareció muerto un buen perro cazador del pueblo. A los dos o tres días más mataron a la 'Live', también y nunca se supieron los ejecutores. Ni siquiera repitiendo '¿quién mató al Comendador?', del poetazo. Y se acabó: Piensen ustedes cuantas historias se podrían contar de nuestros canciños, de sus amigos y de los hartos del perrito mancha esquinas de edificios con sus orinitos. (Amén).

Por eso -pena- soy poco amigo de cuidar y mimar perros. (Sólo a los chiquitines que a veces me hacen pis en el pantalón jugando; ellos, claro).

Te puede interesar