Contaba esta semana el urbanista Daniel Pino que cuando comenzaron a redactar en 2001 el Plan General de Vigo, el que finalmente vio la luz en 2008, tenían la vista puesta en que había posibilidades reales de que la ciudad diera un salto adelante en el primer tercio del siglo XXI. De ahí que hicieran una previsión para un Vigo de 400.000 habitantes y la necesidad de construir al menos 25.000 viviendas para garantizar que los jóvenes no se marcharan. Es cierto que hubo muchas críticas por plantear un crecimiento de 100.000 habitantes, lo que no ocurrió ni va a pasar, pero el equipo de Pino siempre había advertido de que se trataba de una previsión para el mejor de los escenarios, que no se dio. En 2008 la crisis se hizo carne y lo barrió todo en el sector del "ladrillo".
Viene a cuenta esto por el resultado de la Cumbre Ibérica de Valladolid, que probablemente ha sido la más huecas de cuantas se han celebrado, despachada en apenas unas horas en la capital castellana con una declaración que sonaba a rutinaria y redactada mucho antes. Con respecto a Vigo, ambos ejecutivos se limitaron a constatar la puesta en marcha de las obras para la electrificación de la línea ferroviaria entre Braga-Nine y Valença y que el Gobierno español también ha sacado a licitación los kilómetros de catenaria por instalar desde Tui a Guillarei. Así que en 2019 o 2020 podrán llegar trenes modernos en la línea Vigo-Oporto, quizá en 90 minutos, frente a las dos horas y diez de ahora. Pero de impulsar la alta velocidad entre ambas ciudades ni línea. Ni un ligero apunte. Nada.
Sí hubo en cambio una declaración extensa sobre la necesidad de repoblar los territorios de frontera, desde el Miño hasta el Guadiana, por la visible desertización de amplias zonas, como Ourense, Zamora o Extremadura, en ambos lados de la “raya”. Llama la atención: los Reyes Católicos y otros monarcas de la Edad Media ya intentaron lo mismo con desigual fortuna. Nos contentaremos con evitar que la recesión demográfica llegue a Vigo. Hacen falta 25.000 viviendas, dice Daniel Pino, que de esto sabe.
