Opinión

Elogio de Pol Pot

En una lista de los más malvados de la Historia cualquiera colocaría a Hitler y Stalin, o incluso a Vlad Dracula el Empalador. Pero ninguno de ellos, ni tampoco Mao que sumó millones de muertos, se acerca al menos conocido Pol Pot. Completamente enajenado, fue capaz de convertir Camboya en un infierno donde cualquier ciudadano podía ser ejecutado por llevar gafas o saber francés. Defensor del comunismo agrario, decidió iniciar un estado desde cero: todos los que no fueran campesinos le sobraban como enemigos de la causa, imposibles de reeducar. Primero vació la capital del país, que pasó de un millón de habitantes a menos de 5.000, y luego puso en marcha su programa genocida que se llevó por delante entre un 25 y un 30 por ciento de todos los camboyanos a base de ejecuciones, miseria, trabajos forzados y enfermedades desatendidas. Sería como si en España fueran asesinados 15 millones. Pero Pol Pot, que no era un monstruo, sino un hombre educado y de maneras y ademanes finos, no pasó por ningún tribunal ni fue juzgado ni condenado, ni siquiera tuvo que huir, y tras perder el poder, pasó el resto de su vida en la jungla, donde falleció ya anciano y sin arrepentirse de una larga vida dedicada a la destrucción. Fue un auténtico triunfador porque quiso y pudo llevar a la práctica sus delirios criminales sin pagar por ello. Recuerda que en definitiva, no hay que esperar que la providencia actúe ni es cierto que los malos acaban perdiendo. Hay ejemplos a diario bien cercanos. Como explica el neurocientífico Jack Lewis, los tiranos suelen ser psicópatas y los líderes tienden al narcisismo y llegan a lo más alto por su menor empatía y sobre todo porque pueden soportar más cosas desagradables que el resto de los comunes mortales. En definitiva, siempre ganan. Feliz Viernes Santo.

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