Hace unos días comentaba en este diario un responsable de una importante empresa marítima que a Vigo no le conviene hacer comparaciones ni abrir batallas con el vecino del Norte, sino más bien justo lo contrario, buscar acuerdos. En vez de pugnas, apostar por colaboraciones en asuntos comunes. Es posible, pero resulta inevitable tasar casi todo Norte/Sur: renta, riqueza, habitantes o turismo. A Coruña se comporta como el espejo de Vigo y la única rivalidad posible en Galicia. Ayer mismo, al conocer el resultado de los saldos migratorios y la incidencia sobre ambas ciudades: Vigo logró el mejor resultado de su historia, lo que permitió ganar unos miles de residentes, pero A Coruña obtuvo en esta ocasión datos propios de Madrid, con 12.000 personas que llamaron a su puerta para instalarse durante el pasado año. Y eso tiene que ser forzosamente por algo. Veamos. Vigo ha funcionado como un imán, en especial para inmigrantes extranjeros, pero Coruña ha dado dos pasos adelante como destino apetecible para vivir y trabajar. A Coruña también gana a Vigo en cruceristas (200.000 frente a 300.000) y ha conseguido la sede de la agencia estatal de inteligencia artificial, en tanto que Maersk aseguró hace un año que había elegido el puerto exterior de Punta Langosteira como base para su planta de metanol, que crearía miles de empleos. Todo suma. Vigo tiene la Navidad. Y el Celta en Primera, una gran marca, mientras el Coruña pena en la misma división que el filial celeste. Y cuenta con una institución única como Zona Franca, que dispone millones de euros al año para actuaciones en el entorno, un privilegio absoluto.
