Hace 20 años, en el ya lejanísimo 2004, se puso en marcha “lo” de Cerdedo como una alternativa viable a dar un largo giro por Santiago para viajar desde Vigo a Ourense en alta velocidad y llegar a Madrid en tres horas. El estudio informativo fue encargado por el entonces ministro Álvarez Cascos, siendo Alberto Núñez Feijóo vicepresidente de la Xunta con Manuel Fraga. Todo eso ha pasado desde entonces: Fraga falleció, Cascos se retiró de la política y a Feijóo le ha dado tiempo de ser líder de la oposición en Galicia y en Madrid y presidente gallego trece años. Todos nos hemos hecho mayores conociendo una declaración donde se aseguraba la llegada del AVE a Vigo en 2012, luego en 2020 y finalmente será en 2024… por Santiago. En todo este tiempo también se han sucedido estudios, proyectos y documentos sin que se haya movido una piedra. Incluso Cerdedo ha desaparecido como ayuntamiento tras la fusión con Cotobade.
Ha pasado media docena de ministros y todos han garantizado que se haría la variante, pero no ha sido así, ni de lejos. Y también todos han pedido más documentos para alargar la función y mantenernos entretenidos. El último, Ábalos, quien un día llegó por el consistorio vigués y anunció un estudio hidrogeológico. Duró cuatro años y habrá más. Muchos más, sin que los Presupuestos del Estado vayan a añadir nada a las cifras ridículas repetidas para un tramo de 2.200 millones de euros y 50 kilómetros de longitud. Recordemos algo: la variante de Pajares en Asturias, de unas dimensiones en kilómetros y presupuestarias similares, tardó 20 años en ejecutarse. Cerdedo no se va a hacer y cuanto antes se diga, mejor para todos. ¿Quién le pone el cascabel al gato? No veo a nadie del PSOE o el PP, en el Gobierno o la Xunta, asumiéndolo. Y podría ser un buen negocio: a cambio que el viaje de Vigo a Madrid no pase de tres horas y 20 minutos, compromiso de 2020. Otra posibilidad sería utilizar la línea del Miño para llegar a Ourense en una hora. Cerdedo es una espera inútil.
