Opinión

Schuman a los altares

El Vaticano comienza el proceso de beatificación de Robert Schuman, uno de los padres de la UE. Para que pueda convertirse en santo necesitarán probarse dos milagros. Será un santo europeo vestido con traje. Algo que tanto anhelaba mi entrañable amigo de esta casa Segundo Alvarado, que me repetía mil veces: “A ver cuando la Iglesia sube a los altares a alguno sin hábito”. 
Sus gestiones supusieron el pistoletazo de salida al proyecto de integración europeo cuando cinco países (Francia, Alemania, Italia, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo) decidieron compartir su producción de carbón y acero para evitar otra carrera armamentística tras dos contiendas mundiales. 
La frase suele repetirse cada 9 de mayo, declarado día de Europa, pero pocos ahondan en el hombre que la redactó. Quizás porque Schuman siempre fue una persona discreta y con pocas ganas de acaparar focos, algo inusual en el mundo político. Su figura vuelve a salir a la palestra después de que el Vaticano haya aprobado un decreto en el que reconoce las “virtudes heroicas” de este padre de la UE, el primer paso de un largo proceso de canonización. 
Aunque a muchos les sorprenda que un político pueda ser beatificado, lo cierto es que Schuman siempre fue un devoto católico y a los 25 años, tras la muerte de su madre a la que estaba muy unido, llegó a plantearse el sacerdocio. Sin embargo, un amigo le dio un consejo que después resultó profético: “Me parece que los santos del futuro serán santos con traje”, lo que le convenció de no tomar los hábitos e intentar servir a Dios de otra manera.
Aunque el reconocimiento de las raíces cristianas de Europa es un tema polémico –la última vez que se abordó fue durante la redacción de la non nata Constitución Europea de Giscard D’Estaing–, Schuman siempre tuvo clara su posición. En el capítulo III de su libro “Pour L’Europe”, escribe en 1963: “La democracia debe su existencia al cristianismo. Nació en el día en el que el hombre fue llamado a realizar en su vida temporal la dignidad de la persona humana, dentro de la libertad individual, dentro del respeto de los derechos de cada persona y mediante la puesta en práctica del amor fraterno a los demás. Nunca se habían formulado semejantes ideas antes de Cristo”. Esta reflexión le lleva a concluir que: “La realización de este amplio programa de una democracia en el sentido cristiano de la palabra, encuentra su desarrollo en la construcción de Europa”. Robert Schuman es una voz a favor de la reconciliación.
En el mismo libro, alerta sobre las visiones que consideran el club europeo como un mero mercado común sin valores compartidos, y que siguen de plena vigencia: “Este conjunto (de pueblos) no puede y no debe quedarse en una empresa económica y técnica. Hay que darle un alma. Europa vivirá y se salvará en la medida en que tenga conciencia de sí misma y de sus responsabilidades, cuando vuelva a los principios cristianos de solidaridad y fraternidad”. Nunca consideró la religión cristiana como un elemento divisorio sino como un pegamento aglutinador que une a pueblos con lenguas, costumbres y paisajes diferentes. Su biografía representa como pocas los desmanes causados por la exaltación de los nacionalismos durante la primera mitad del siglo XX.
Los católicos de Lorena estaban preocupados por la integración al Estado francés, temerosos de esa república anticlerical; en la disolución de las órdenes religiosas (1902-1904) en Francia y la separación de Estado e iglesia (1905), que suprimió toda subvención económica. Schuman fue solicitado por los grupos católicos para presentarse como diputado y fue elegido para el cargo en 1919, cargo que mantuvo durante toda su carrera. 
Algunos días antes de su muerte, el obispo de Metz, tras administrarle la Unción, le leyó una carta de Pablo VI y el 4 de septiembre de 1963 falleció, tras una noche de agonía. Desde hace años está abierta su causa de beatificación. Hoy es siervo de Dios, la primera de las etapas para ser canonizado.
La bandera europea refleja la fe de los fundadores. Hay doce estrellas símbolo de perfección y religioso: las 12 tribus de Israel, o los 12 apóstoles. Está inspirada en la iconografía religiosa. Heitz, el diseñador inspirado por Schuman, hace una bandera azul con las 12 estrellas de la Inmaculada Concepción de Rue du Bac. “Una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”, del capítulo 12 del Apocalipsis. Y fue aprobada el mismo día de la Inmaculada: el 8 de diciembre de 1955.
El francés Baptiste Nicolás, otro de los “padres de Europa”, también en proceso de beatificación, participó en la creación de las comunidades europeas, defendiendo la advocación mariana y el significado cristiano de la bandera.

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