Opinión

Necesaria solidaridad

La consternación, la impotencia y el dolor es lo único que en estos momentos podemos hacer, y poco más, para acompañar las lágrimas por la desgracia del volcán de La Palma. Incalculable catástrofe que está poniendo a prueba la resistencia de los habitantes de esta hermosa isla canaria. Al comienzo pensábamos que la cosa sería cuestión de días, pero ahora estamos comprobando como continúa la lava destruyendo todo lo que encuentra a su paso hacia el mar. Incluso barrios de La Laguna yacen ya bajo los estertores de esta catástrofe. Sobran las palabras y ya estamos muy hartos de ver las imágenes de tanto fuego y llamas y de contemplar cómo el mar hierve al llegar la lava. Tristemente va a ser más grande la isla sin ver el final de este túnel al menos en el momento que esto escribo.
Son estremecedoras las declaraciones de muchos habitantes que ven cómo han desaparecido sus posesiones y las plataneras, fuente de ingresos para muchos, reciben igualmente el acoso a más de mil grados de temperatura. “Me he quedado sin nada -decía uno- y mi casa nueva aún la estaba pagando”. Un señor ya de edad, con lágrimas surcando sus mejillas, afirmaba que se había quedado sin nada de cuanto en sus largos años había tratado de acumular: “Toda una vida se fue al garete”. Y así interminables declaraciones y lamentos.
Por ello bien creo que es la hora de la solidaridad y acompañamiento con estas buenas personas que lo están pasando mal. Ya son varias las instituciones, comenzando por la archidiócesis de Valencia con su cardenal Cañizares al frente, las que están clamando ayuda como la que prestó el premio Princesa de Asturias de la Concordia. Pero debe ser mayoritaria la ayuda que pueden y gestionan Cáritas y otras instituciones. Todos somos necesarios y todas las ayudas serán siempre pocas comparadas con la magnitud del problema. 
Sé que lo que voy a decir a lo mejor es incorrecto y que otras necesidades mundiales requieren ayuda. Pero me pregunto si a lo mejor la colecta del Domund de este año podría ser enviada a La Palma. Y que los donativos se concentrasen en este año en torno a los siniestrados de Canarias. Todo ha venido junto, como inesperadas y desagradables visitas. La pandemia, la crisis económica generada por ella, los inmigrantes que llegan de día en día, inundaciones y ahora lo del volcán. Muchos puntos a los que acudir y que todos necesitan ayuda.
España siempre se ha caracterizado por ser un país solidario y generoso que acude siempre en ayuda de quien lo necesita. Es el momento de demostrar esa generosidad nuevamente y prestar esa ayuda tan necesaria en la actualidad. En una ocasión escuché una frase que me impactó: “El mundo es de Dios y se lo alquila a los valientes”. 
Sin duda alguna es el momento de organizarnos y socorrer a esta gente que se ha quedado sin nada. Ahí radicará el grado de nuestra valentía, colaboración y generosidad. El Estado español y la Casa Real, su Gobierno y la oposición han visitado el lugar y han enviado de los presupuestos unas cantidades notables, pero se necesita más. Porque, participando todos, además de la ayuda material les haríamos llegar a aquella gente nuestra cercanía, apoyo y en definitiva el afecto que tanto necesitan.

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