Opinión

Humanidad bajo mínimos

Personalmente creo que cuando se trata de personas humanas el cuidado debe ser extremo por parte de todos. Es un problema humanitario lo que ocurre en el Mediterráneo y que nos concierne a todos. Esto es claro.
Pese a ello, y precisamente por ello, somos muchos a los que nos acechan dudas sobre la gestión del tema. Para empezar nadie se está preocupando en serio de arreglarles a estas personas su vida en los países de origen. La solución definitiva está muy lejos de ser la actual. 
Estamos viendo como incluso fiscalías están tomando cartas en el asunto ante la “sospecha” de cosas muy turbias en las que entra también en juego una serie de condicionantes como pueden ser las mafias. Son de agradecer los esfuerzos de las ONGS. Pero por momentos se envuelven en dudas sobre algunos de sus dirigentes. ¿Quiénes están detrás de ciertas ONGS y los que las dirigen lo hacen con del debido control exhaustivo de sus gestiones? Hay cosas muy oscuras en todo ello.
Y esto es sumamente grave porque es una historia que está lejos de su final. Tras la crisis del “Open Arms” llega la del “Ocean Viking” con 365 personas a bordo esperando puerto muchos días y que anhela una solución a nivel europeo y me atrevo a decir que incluso mundial. El fiscal de Agrigento acabó con la agonía de los 88 que quedaban en el “Open Arms” e incautó el barco. Incluso la vicepresidenta del gobierno español ha sido contundente en sus decisiones resaltando el corazón de los españoles pero también la claridad que debe mover la solución del tema.
Al ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, le ha costado el cargo acarreando la caída del gobierno italiano. Ha sido muy criticado por sus exabruptos pero pidiendo reglas de juego muy claras y para todos. 
Fundamentalmente lo que el mundo solicita es encontrar un sistema permanente de desembarco y reubicación sin bloqueos que generan dolor e incertidumbre en los rescatados porque las condiciones a bordo se deterioran con el paso de los días en el mar. 
Jay Berger, coordinador del barco “Ocean Viking”, aseguraba que los rescatados han sufrido en sus carnes el paso por Libia: “Les han quemado, electrocutado o herido con cuchillos. Hay heridos de bala. A las mujeres las han violado. Han vertido plástico ardiendo sobre sus cuerpos. Tenemos aquí personas que han sido vendidas como esclavos y las cicatrices mentales tardarán mucho más en curar que las físicas. Están físicamente rotos por los días en el mar y el viaje previo por el desierto. Están traumatizados psicológicamente”.  
Esta es la triste realidad humana al margen de los condicionantes que rodean la situación plagada de incógnitas y de decisiones incompresibles como la de enviar allá a un buque de la Armada para al final transportar a quince personas. Ha habido en todo una falta grave de coordinación que han sufrido los inmigrantes. Por eso estamos de acuerdo con la postura de la vicepresidenta del gobierno español en algunas de sus apreciaciones sobre el caso. Hay un detalle que quisiera subrayar. En todo este caso que sigue prolongándose en demasía y desconocemos su final han primado los sentimientos en muchos de los gobernantes y de aquí los retrasos. En los temas serios, y este lo es, son necesarias grandes dosis de cordura, temple y serenidad. Ni las precipitaciones ni las ocurrencias del momento conducen a nada bueno como hemos constatado.
Resta un problema que esperamos tratar un próximo jueves y es la categoría y actitud de los inmigrantes que en ocasiones cuando menos son sospechosas. Pero como decimos de esto hablaremos si nos dejan.

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