Opinión

Una nueva del Brexit

Seguimos con la lucha contra el COVID-19. Y con una tragedia que es el de La Palma que presenta un nuevo reto mundial en donde una plétora de científicos, expertos, sabiondos y otros inútiles opinionistas culpan al ser humano, ese miembro de la fauna que no hace más que tropezar, como he mencionado tantas veces sobre la misma piedra, una y otra vez. Mientras todo esto está ocurriendo, la política internacional, como siempre, ocupa un buen porcentaje de los medios de comunicación y que, una vez más, tiende a olvidarse del verdadero problema de este gran planeta llamado tierra, e ir por libre con lo suyo causando conflictos innecesarios que deberían estar ya enterrados en el cajón del olvido de una vez y por todas. 
No necesito abrir este cajón de Pandora ya que es un tema super gastado. Sin embargo, hay uno que sigue dando la lata, está cerca de casa - me refiero a Europa - y es, lo siento, el Brexit. Puede que la mayoría de los europeos han aceptado el divorcio del Reino Unido con Europa y pasan página, que me parece muy bien. Sin embargo, como alguien que ha sido perjudicado personalmente sigo pensando que en los próximos años podría tener repercusiones en toda Europa por una simple razón. En los tiempos que corren, el Reino Unido necesita a Europa al igual que Europa al Reino Unido. Pero cualquiera les dice a los ingleses - ni los escoces, galeses o irlandeses están de acuerdo - de que siguen totalmente equivocados. Desde hace tiempo he estado escribiendo de los problemas que han estado surgiendo, desde la falta de camioneros al tema de la frontera con Irlanda – que no tiene solución – mis notas han progresado de descripción de la belleza de la medusa - el glamur original que use como el ejemplo presentado al pueblo británico en el referéndum del 2016 – a los tentáculos minúsculos de los problemas que luego surgieron día tras día, mes tras mes y año tras año. Ahora he pasado a los tentáculos microscópicos. En este caso me refiero a la tarjeta azul de sanidad que tienen todos los ciudadanos europeos y que les da cobertura médica cuando viajan de un país a otro dentro de la Unión Europea. Por ejemplo, un gallego que pueda tener negocios en Oporto y viaja constantemente no tiene problema alguno si le ocurre algún percance de salud. ¡Ah! Pero si fuese un británico, debería tener un seguro privado y este solo le cubre en los primeros 3 meses. A partir de entonces: ‘¡Hasta luego, Lucas!’ La razón es muy simple. Los acuerdos entre las seguridades sociales del Reino Unido con el resto de Europa ya no existen. 
Los británicos que vivimos en Europa ya sabíamos de antemano lo que se nos venía encima. A partir de ahora, si queremos cruzar a Portugal a tomar una cerveza en Monçao o Viana de Castelo tenemos que llevar el pasaporte y un seguro médico privado. Nuestra tarjeta sanitaria del SERGAS no sirve. Otra cosa es si contratamos un viaje - un crucero, por ejemplo - el seguro estaría incluido dentro del paquete. En el Reino Unido recién se han dado cuenta de estas restricciones. Los más perjudicados son los pensionistas mayores de 65 años por una simple razón. No hay seguro médico privado que acepte a un cliente mayor de esta edad. En algunas aseguradoras la edad máxima es de 60 años. 
Este es el resumen actual. Ahora esperaremos a las reacciones de los ingleses mayores de edad cuando quieran ir de vacaciones o lo que sea, a Europa.

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