Opinión

Corresponsales de guerra

Existe una frase muy común en ingles que traducido dice: ‘Un grupo de personas bendecidas’. En este mundo de hoy del horror de la pandemia del COVID-19 no sería fuera de sitio, usando la frase, al conjunto mundial de personal de sanidad, estén en donde estén, desde el centro más sofisticado de un país civilizado a un pequeño pueblo del tercer mundo. Pero en el caso de esta nota, siguiendo la saga de los anteriores sobre las guerras, la frase estará dedicada a otro grupo de ‘personas bendecidas’ que son los periodistas conocidos como ‘corresponsales de guerra’. Les cuento. 
Hace unos años, dentro de mi afición de novelista independiente escribí una pequeña antología de 18 capítulos con todo tipo de historietas dedicadas al mundo estrafalario del siglo XXI. Pero dentro del popurrí de anécdotas incluí unos a temas más serios y en uno especifico, a los corresponsales de guerra, como dicen en las películas ‘basado en hechos reales’. Ahí va. ‘Afganistán, 7 octubre, 2001. Poco después del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington, el gobierno de los Estados Unidos con tropas aliadas de la OTAN invadió Afganistán en busca de Osama Bin Laden, el cerebro sospechoso del grupo terrorista de Al Qaeda que supuestamente causaron el atentado. Se había declarado la guerra. ‘Jalalabad, 09:00, noviembre 19.’ Un convoy de 8 todoterrenos con un grupo de corresponsales internacionales cubriendo el conflicto se dirigían a la capital en Kabul. Habían estado la noche anterior cenando y bebiendo en Spin Ghar, un hotel morriñoso, intercambiando anécdotas como cualquier otro grupo de profesionales de los medios antes de emprender el comienzo de su viaje; uno que sería fatídico y los afectaría para el resto de sus vidas. 
En un momento determinado durante la trayectoria, 3 de los vehículos sobrepasaron a un autobús y consiguieron adelantarse al resto. De repente, un grupo de hombres armados aparecieron de ningún lado para detener la caravana. El primer vehículo pudo acelerar y esquivar a la patrulla dejando a los otros 2 a merced de los bandoleros. Los forzaron a salir de la carretera, y mientras los conductores se escaparon, al resto de los ocupantes los obligaron a bajarse de los vehículos. Sin aviso, fueron primero golpeados, luego disparados y abandonados en la cuneta. Quedaron muertos, María Grazia Catuli, del Corrieri dela Sera, cámara australiano Harry Burton, fotógrafo Azizula Haidari y Julio Fuentes, periodista español del periódico ‘El Mundo’ inmersos en un charco de sangre en el medio de la nada. Julio era el primer corresponsal víctima de la ‘Guerra contra el terrorismo’. Corresponsales de guerra son una raza especial de periodistas insuperables. Una combinación de intuición nata, habilidad literaria y coraje con un afán insaciable de divulgar información sobre cualquier conflicto es el sabor-del-día. Son ‘un grupo de personas bendecidas’. ¡Además, están completamente locos! Independiente de lo heroico, guerras continúan causando víctimas de esos humanos que tratan de mantenernos informados.
 Según ‘Reporteros sin fronteras’ 20 corresponsales han fallecido desde el comienzo del siglo XXI en varios conflictos en el mundo. Desde las Filipinas a Paraguay, de Argelia a Irlanda del Norte, un cámara, fotógrafo o periodista has sido atrapado en el fuego cruzado de los bandos en guerra. ¿Por qué lo hacen? ‘Odiamos la guerra, y lo sabemos, Es nuestro deber informarlo.’, dijo Gervasio Sánchez, otro corresponsal español en su libro ‘Los ojos de la guerra.’ Volviendo al caso de Julio Fuentes, en su memoria, le fue otorgado a título póstumo, el Premio Godo del periodismo español del año 2001. QEPD.

Te puede interesar