Opinión

El arte de la observación

Uno de los importantes requisitos de un/a buen escritor/a comienza con la investigación del tema de la obra, sea una opinión, un relato o una novela. Además, como escribir es un arte también incluye la habilidad de observación visual sea de lo cotidiano o en un viaje ‘a ninguna parte’ de la vida de un/a escritor/a. Comentaba el famoso dramaturgo británico Somerset Maugham que todo novelista crea temas y personajes ficticios basado en las experiencias durante su propia vida. Y no se refería solo a esas que comienzan el prólogo con ‘basado en hechos reales’. Lo puedo confirmar porque me incluyo en ese mismo concepto cuando comienzo un borrador de manuscrito que ha acabado en la publicación de todas mis novelas en los últimos 20 años. 
Volviendo a la observación que en realidad no es más que tomar nota mental de lo que ocurre, lo que uno ve a su alrededor o lee en cualquier medio es una especie de instinto básico desarrollado desde que uno es un chaval hasta el día que ingresa en un geriátrico. Solo hay que ver las tropecientas series de televisión policiacas o de médicos/as cuando tratan de resolver el misterio o los problemas de salud en un hospital. También incluye relatos biográficos, de misterio, políticos y románticos. Como estos últimos son muy populares entre las lectoras femeninas sabemos por experiencia que siempre desean un final feliz. Piensen por un momento and el gran número de guiones de este tipo de películas que incluso han ganado uno o varios Oscar. La mayoría acaban felices y a comer perdices. Si dejamos por un lado lo de novelas, cine y televisión y nos concentramos en la realidad de la vida real el mundo entero está sufriendo de un cambio dramático debido a dos verdaderas catástrofes que son el cambio climático y la pandemia del COVID-19. Esto ha causado un retroceso de la vida acostumbrada de todo ser humano en el planeta sea cual sea su condición, rico, adinerado, saludable, educado o mediocre, suficiente, joven, viejo/a pobre o sin hogar. No se salva nadie. 
Si añadimos el fenómeno de la globalización de las últimas décadas se ha creado un panorama del mundo como si fuese una telaraña. Piensen por un momento, primero del arte de la araña en construir semejante trampa de insectos y luego que pasaría si se cortara uno de los soportes. Ocurriría el efecto conocido como ‘domino’. Poco a poco se destruiría. Si lo comparamos al mundo actual, ya existe un aumento de la temperatura del planeta. ¿Qué ha pasado y por qué? ¡Uf!  Pero es el primer signo de que el planeta ha sufrido la pérdida de un soporte de la telaraña. Pasemos a la catástrofe paralela; la pandemia del coronavirus. 
Aquí el efecto es mucho más notable porque no hay un ser viviente que no lo está sufriendo. Pero aun así desgraciadamente son los países pobres que están más afectados. En algunos casos observando visualmente nuestro alrededor, otras el ver o leer los temas en los medios tanto nacionales como internacionales y aplicar el arte de la observación podremos identificar el actual y el futuro efecto colateral de esta catástrofe mundial que nos azota. Les daré un ejemplo. Hemos vivido en un mundo de consumo ideal, pero comienza a tambalear. Aquí en nuestra ciudad dilecto/a leyente/a observen el número de supermercados en su barrio que ofrecen los mismos productos que las verdulerías, pescaderías y carnicerías que están a un paso de su residencia. ¿Con el panorama económico actual cuanto tiempo podrán mantener el nivel de oferta de productos? Es solo un ejemplo de observación.

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