Opinión

Se vienen cositas

Vamos tan locos y con tanta ansiedad sin asumir, que todos estamos ya con la cabeza en 2023. Cancelamos el 20, el 21 lo dejamos para junio y el 22 será extraño. Así que, ¿por qué no pensar en el 2023 como el gran año para que pasen cositas? 
Imagino que la jugada del Celta y su entorno sacando la carta mágica del himno por el centenario ha sido lo más esperanzador desde la Pepenacha en San Siro. 
Que C Tangana -ahora mismo en el Olimpo de los dioses de la música urbana y mainstream a nivel mundial- se haya dejado querer por el RC Celta para hacer el himno del centenario tampoco es casualidad. De familia viguesa, celtista reconocido y con su disco ‘El Madrileño’ recién salido del horno, no hay mejor momento para sacar el altavoz a pasear y decir que haría algo tó guapo. No me parece mala idea; bastante mejor que al que se le ocurrió bajar el volumen del himno actual para que un estadio como Balaídos cantara a capela, como si lo nuestro fuera un Anfield Road en miniatura, cuando quizás deberíamos pensar más en un Anxo Carro XL.
Como entenderéis, la unión del Celtiña + El Madrileño no puede pasar desapercibida en esta humilde columna. En los próximos meses se teorizará y se hablará de afouteza y más valors de los que jamás se hayan visto en Barcelona la última semana. El anzuelo está lanzado justo ahora que el concepto fodechinchos se ha internacionalizado desde Cangas hasta la Plaza Mayor. Resulta particularmente gracioso en el momento en el que más de uno se iría al caballo más alto de Plaza de España con piedras y flechas a esperar nuestra llegada, la de los madrileiros, en los próximos 6 meses. Cosas que no entiende Ayuso.
Todo esto me lleva a pensar en himnos y canciones. No confundir con las cantinelas políticas o cantigas de escarnio que Vigo vive como ciudad. Pero que nadie se olvide de lo que fuera no olvidan; y es que hemos sido escenario de una movida que ha ido más allá que la de los 80. Como músico a tiempo imparcial, puedo contaros algo: en Vigo tenemos fama de musiqueros; de tener un gusto exquisito; de exportar cosa buena. Esta fama es aplicable a toda Galicia, pero con Vigo siempre brillando un poquito más en el mapa. 
No quiero analizar lo que ha podido suceder o lo que se podría haber hecho en los últimos años para querernos un poco más a nivel musical y cultural. Hay buenísimos músicos  que mantienen la llama en Vigo y de Vigo por el mundo. Hablar de la actitud y recibimiento del público me parecería tirar la piedra y esconder la mano, y más a día de hoy. Pero podemos estar de acuerdo en que Vigo se ha convertido en un Hard Rock Café gigante. Un lugar para admirar lo que pasó y no lo que pasa. Y efectivamente, hace no mucho se planteó hacer un Hard Rock Café en esa  archienemiga localidad llamada Santiago de Compostela. Sede de ese barco pirata llamado Xunta de Galicia. ¿Coincidencia? No lo creo. ¡Hasta eso nos quieren quitar! 
Si sigo a vueltas con el himno, no puedo dejar de pensar en la música que asocio directamente a la ciudad, sus zonas, sus épocas… Su Banda Sonora. No puedo separar el recuerdo de Los Piratas sonando en el coche un domingo por la tarde en Samil. O Golpes Bajos de fondo en una cafetería de Fragoso. O las tardes de adolescente escuchando Kanon en un teléfono móvil en el parque detrás del Concello -al que todavía no sé porqué llamábamos Satania-. Los pequeños y grandes himnos que resonaron en Churruca; en la Fábrica, en La Iguana, en Vademecwn. Vigo tiene un himno para cada momento. Para cada etapa y para cada persona. Parece fácil, pero os aseguro que no lo es. Aunque venga ‘El Madrileiro’ solo o bien acompañado, solo suplico que la música, los himnos y ese ADN vuelvan a fluir por la ciudad antes que la reforma de Marcador llegue a su fin. Ojalá. 

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