Opinión

LA PRIMERA VEZ

Hace unos días, sonaba -de viva voz- a Foliada do Celta en el madrileño bar Picnic. Epicentro de la comedia y del malasañeo bribón, ese que salía en la tele.
Supongo que no sería la primera vez que se petaba na mesa ni que se cantaba A Roda allí. O quizás sí. Las primeras veces son algo misterioso si no se está en el lugar adecuado.
Se celebraba el cumpleaños de un gallego, un vigués más. Aunque últimamente no sé si lo primero es ajeno a lo segundo. Eran, somos, de esos que vivimos fuera, por lo que sea. Los del club al que este año le han invitado a decidir si volver o no volver a casa por Navidad. O como es conocida, incluso antes de millones de leds, “La Fiesta Mayor Viguesa”: El reencuentro total. La vuelta a casa de horarios imposibles. El karaoke de Hernán Cortés, El Toni’s Guitar. 
Todos, sin excepción, estamos a punto de cumplir un año de primeras veces. Me atrevería a decir que estamos tejiendo una colcha de recuerdos que se mueven entre la tristeza y la épica de Cachamuíña. Nadie nos dijo que bajar al Gadis en abril de 2020 sería lo más excitante que haríamos un fin de semana.Tampoco dábamos un duro por poder ir a la playa en agosto, y sucedió. Con la extraña mezcla de morriña y envidia que producen los kilómetros en verano, los vigueses en Madrid, asistimos a otras realidades y paradojas. Incluso se avistan fenómenos ufológicos que podrían ser caso de estudio del Padre Requejo. 
Vamos camino de cumplir un año bastante más desagradable que aquel primer beso con resultado extravagante en el Espigón del Náutico; pero también estamos reflexionando y pensando más. Algo que, por otro lado, no tiene porque ser necesariamente bueno. Veremos cómo van esas cabeciñas, aunque llegados a este punto, lo que tenga que pasar, que pase. Una frase que he  escuchado unas cuantas veces antes de aterrizar de reenganche en la cafetería Don Balón en la previa de un Celta-Almería a las 12 del mediodía, por ejemplo. 
Con los nervios y la serotonina que solo proporcionan las primeras veces, solo deseo que en esta ocasión, y sin que sirva de precedente, A Roda se equivoque y no nos encontremos con aquello de: ‘’E chega outro ano e pasa outra vez’’. 
Dejémoslo estar.
 

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