Opinión

Irremediablemente vacaciones

Bueno, pues ya estamos. Ya pasó. Ya es casi verano otra vez. Hemos sido despojados de los gorritos y la ropa que nos hace pasar por personas decentes para dar rienda suelta a la chancleta juguetona y al cheiro Axe chocolate en el Vitrasa. 

Ya es junio, junio especial. El principio de todo, el fin de lo otro. Vacunas en el chiringo, cañas de Astrazeneca y algo inquietante para lo que no hay preparación suficiente: el retorno a la sociabilidad. De un plumazo tenemos que planear, con toda seguridad, vacaciones, comidas, cenas y un par de cumpleaños pendientes. Eso los afortunados. Otros tendrán que verse en el papelón de asistir a bodas, bautizos y comuniones. La BBC vuelve más loca que nunca. 

Estoy más perdido que Emre Mor en Moaña. Hay sentimientos apáticos y contradictorios y la verdad es que uno siente alivio al ver que cada vez más se habla de “eso que nos pasa por la cabeza o nos angustia pero no nos atrevemos a comentar”. Otro tema del que igual sí podemos sentirnos un poquito orgullosos al poder dejar de lado esa pelusilla con forma fálica y resesa de los machos que no sienten ni padecen. 

Ahora bien, ¿estamos realmente concienciados de la que se nos viene encima? No sé si recordamos aquella primera vez, aquella primera conversación con más de 3 personas cuando terminó el confinamiento (el bueno, el de 2020). A mi me costaba centrarme en más de 2 frases, en más de 3 conceptos. La pregunta comodín: ¿qué tal te encuentras? Me parecía una losa de granito rosa que solo podía quebrar a través de una llamada de Zoom.

Pero ahora, ¿qué? ¿Cómo volveremos a quedar con nuestro amigos interprovinciales?¿Y con los que viven en otros países? ¿Querrán vernos?¿Estarán embarazados? -ojo al pandemia boom que viene-¿Estarán vacunados?¿Pauta completa? ¿Hasta qué hora nos veremos en agosto?¿Qué pasa si los madrileiros vamos al Morrazo?¿Seremos fodechinchos al cuadrado? 

Tampoco me queda claro cuál será el hilo conductor. Si hablaremos de lavadoras y horas valle muy profundas o si volveremos a charlar de nuestras chorradas como si nada hubiera pasado, en una suerte de pacto no escrito que podría salir bien o muy mal. 

Tenemos muchas ganas de vernos, pero cuando tan solo quedan 2 horas para el encuentro, podría pasar que prefiramos quedarnos en casa echando un ojo al Plan Xeral de Vigo… Mira tú que cosas.

Que sí, que una vez nos damos ese abrazo en forma de codazo, ya todo fluye; la idea del encuentro es más peregrina que el encuentro en sí, como casi siempre. Pero no deja de ser curioso este reencuentro deseado y casi inesperado con nuestras vidas que nos espera en las próximas semanas. 

Es la hora de la verdad e irremediablemente, ya huele a vacaciones. 

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